domingo, 7 de junio de 2009

25. Ordena tu cuarto

Publicado el 16 de mayo de 2009


“¿Porque se meten? Es mi cuarto, es mi vida” –Esas fueron las palabras concisas y solemnes que uso Andrea para relacionar dos premisas aparentemente sin correspondencia alguna: una exhortación a ordenar su cuarto es igual a una intervención al derecho natural e inalienable de administrar, dirigir y determinar su propia vida.
Esta forma extraña e ilógica de razonar de mi hija (que parece habitual en el conjunto de demandas de la mayoría de los adolescentes) responde a la natural exigencia de determinar las fronteras de su individualidad, de sus espacios personales, de su hábitat. El territorio sobre el que ella establece políticas y normas que son claras, precisas y muy bien definidas solo desde su propia perspectiva.
Esto la conduce a decretar que cualquier intento de intromisión o injerencia en sus asuntos será tomado como una invasión a su soberanía y ameritará una nota diplomática inicialmente; si la situación continua, entonces se decretará el estado de emergencia y la correspondiente declaración de guerra a la entidad que sea, llámese padre, madre o hermanos.
Yo también tengo una forma extraña e ilógica de razonar, yo creo que un cuarto ordenado en la adolescencia puede conducir a una vida ordenada en la adultez. El origen y la relación entre estas dos aseveraciones tienen que ver con la concepción de los valores relacionados con el orden y la disciplina y la formación de los hábitos correspondientes.
Para mantener en orden un cuarto es preciso asignar a cada cosa un lugar y posteriormente, poner cada cosa en su lugar, si esta acción es aceptada por el joven y es perseverante en ella, cuidadoso de las normas y respetuoso del orden establecido (incluso por él mismo) habrá adquirido el valor disciplina; este valor conducirá su actuación a lo largo de su vida.
Un joven disciplinado hace siempre lo que debe hacer, cumple con las normas instituidas para su vida, sus relaciones, familia, trabajo y para la sociedad en general. La disciplina es indispensable para que el joven opte con persistencia por el mejor camino, por el que le dicte una conciencia bien formada que sabe reconocer y distinguir lo que es bueno de lo que es malo.
Insistir en los jóvenes para que ordenen su cuarto y sus pertenencias, su forma de vestir y de hablar, lleva un trasfondo de preocupación y una súplica para que inicien, de la mejor forma posible, el proceso de ordenar sus pensamientos, sus ideas, su vida; para que establezcan las bases y decidan las prioridades que darán sustento y soporte a su actuación futura y que los hará perseverar hasta alcanzar sus objetivos mas caros.
Por otra parte, es verdad, los padres no debemos tratar de dirigir la vida de nuestros hijos, pero también es cierto que no podemos ser simples espectadores y permitir que la vida de los chicos se precipite al desfiladero. Siempre hay que estar pendientes y repetirles tantas veces como sea necesario: ordena tu cuarto, ordena tu vida.

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