La idea de abordar este delicado tema, surge de una nota informativa publicada en días pasados en este rotativo, en el cual se relata la historia de un padre de familia que, a fin de evitar que su joven hijo consuma drogas, detuvo y entregó a la policía al narco vendedor que pretendía surtir de enervantes al muchacho.
Lo que si podemos hacer es contar con la suficiente información que nos permita conocer los motivos que inducen a nuestros hijos al consumo de los enervantes, saber cuáles son las vías para la prevención, informarnos de los indicadores que nos permitan reconocer que se están drogando y qué hacer para ayudarlos a salir de ese infierno.
Existen muchos motivos que conducen a los chicos a las drogas, para nuestra desdicha, parece que el consumo de esos productos está de moda en algunos ambientes y esto puede llevarlos a pensar que si no las toman serán rechazados, a esto se suma la curiosidad y el deseo de vivir y tener nuevas experiencias sin detenerse a pensar en los efectos posteriores y la influencia negativa de amigos y conocidos.
desinterés y falta de comunicación pueden conducir al joven al consumo de drogas al pretender evadirse de una realidad no deseada. Esto mismo puede propiciar que el joven no despliegue las características emocionales necesarias para afrontar sus problemas personales y familiares y entonces estaremos sumando un agravante más. Siempre que hablemos de drogadicción, debemos considerar que es mucho mejor y más fácil prevenir que batallar contra una adicción. Por ello debemos dotar a nuestros muchachos de las herramientas necesarias para rechazarlas, porque finalmente la decisión acerca de consumirlas o no es únicamente de ellos. Y en este punto no solo debemos pensar en el conjunto de valores familiares que deben cargar los hijos en la mochila, sino también de otros aspectos mucho más prácticos.
Por otro lado hay que construir una relación muy cercana con los hijos, hablar del tema, saber qué opinan al respecto, darles argumentos para rechazar los ofrecimientos, conocer a sus amigos y si es posible, a los padres de sus amigos; establecer límites y horarios para su conducta, sobre todo cuando los hijos son aún adolescentes y empiezan a frecuentar fiestas y antros.
unicación continua y permanente, organizar actividades donde participen todos los miembros de la familia y crear en casa un firme ambiente anti drogas, con normas muy claras y, ante todo, siempre predicar con el ejemplo a fin de mantener una autoridad moral sobre ellos. Trate de evitar los reproches, acusaciones, reclamos, discusiones y castigos, todo eso no sirve de nada, ofrézcale a su hijo una ayuda real y concreta, humana y amorosa. Cree en torno a él un espacio en el que pueda encontrar los apoyos que le permitan recuperar la voluntad y la inteligencia para mantenerse sobrio y lejos de las drogas.
en el cual nos comprometamos a proporcionar en el seno de nuestras familias los valores humanos y espirituales que contribuyan a evitar el consumo de las drogas. Si los hijos no cuentan con valores bien definidos y vivenciados, ninguna estrategia de prevención será efectiva.
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