miércoles, 23 de diciembre de 2009

40.Mis mejores navidades

Publicado el 23 de diciembre de 2009


Todas las navidades han sido mi navidad favorita, de eso no tengo la menor duda. Sin embargo, entre todas ellas, atesoro con especial esmero las que pasé como integrante del coro en la Iglesia de San Román. Esas tuvieron cierta magia y esa mezcla extraña de fiesta y espiritualidad que generó recuerdos y emociones imborrables en los mejores años de mi juventud.



Podría enumerar tantas y tan gratas reminiscencias navideñas en cuales quiera de las etapas de mi vida. Desde aquellos en que intentaba no quedarme dormido para poder ver a Santa Claus, hasta los del año pasado, en la que todos los miembros de la familia intercambiamos, por casualidad, el mismo tipo de regalos.


Pero sería imposible dejar de evocar aquellas juveniles navidades vividas en torno al nacimiento que colocábamos en el altar de la iglesia de San Román. Fueron tiempos fáciles, divertidos y despreocupados. El mayor y único afán era llegar a tiempo a la misa de medianoche, después de eso, todo era villancicos, abrazos y disfrutar la alegría franca y sincera de los amigos verdaderos.



No tengo claro cuando se fundó el coro, tampoco supe cuando se desintegró. Su principal función ( y aparentemente la única) era cantar en la misa dominical de las 10 de la mañana. Yo nunca canté, todos agradecían que no lo hiciera, pero siempre asistía a los ensayos y a las misas, eso era importante para mí.


El coro (que en realidad se llamaba Grupo Encuentro) tenía un perfil relativamente bajo la mayor parte del año, ensayos los sábados por la tarde y cantar los domingos en la mañana, después de eso nada. Cuando terminaba el mes de septiembre empezaba el movimiento: rifas, ferias del dulce, venta de antojitos y bazares de ropa, principalmente. En mis últimos años en el grupo nos fue más redituable y divertido la elaboración y venta de piñatas navideñas. El objetivo era reunir fondos para la navidad próxima.


A partir de la segunda semana de noviembre todo era movimiento y trabajo constante en el coro: se debía diseñar y construir el nacimiento que se pondría en el altar de la iglesia, elegir y preparar los cantos adecuados a la época y adornar y limpiar el templo; todo debía estar listo para el primer día de diciembre. Aquel ajetreo nos ocupaba todos los días de la semana.


Pero era algo muy rico y divertido, todos aportaban ideas y trabajo, se establecían normas y acuerdos que siempre eran respetadas. Se tomaban decisiones y resolvían los conflictos sin mayores complicaciones. Nos hacíamos bromas, jugábamos, nos convertíamos en mejores amigos y en muchos casos, también nos enamorábamos. Así era la vida en el coro de San Román.


El momento cumbre llegaba el 24 de diciembre, en la misa de medianoche, al ambiente se tornaba muy cálido y espiritual, el mensaje de una navidad siempre nueva flotaba en el aire, nuestros corazones jóvenes se agitaban ante el anhelado renacer de Cristo, ante el retorno de las esperanzas, del amor y de la fraternidad. Todo ello amenizado por nuestros cantos navideños que cobraban un nuevo matiz en esa noche de paz.


Recuerdo la iglesia iluminada en tonos ámbar, las luces del nacimiento con su continuo e incansable centellar, las notas dulces y suaves del Ave María, los arrullos al eterno niño, el mismo que no se cansa de renacer en este mundo tan necesitado de esa paz y esa calidez que sólo se encuentra en los días de navidad.


Después de la misa, lo que seguía era saludar y felicitar a los amigos del coro, muchos de los cuales nos conocíamos desde que éramos casi niños y con lo que fuimos creciendo; los amigos que nos ayudaron a madurar y descubrir nuevas perspectivas y formas de ver y apreciar la vida. Los amigos con los que nos enojábamos pero que nunca dejaron de estar cerca para cuando se nos pase el coraje. Los amigos que aún hoy, abrazo y aprecio.

Fue en esos años que comprendí que la navidad es la oportunidad que nos da la vida para aproximarnos a las personas que amamos, es la ocasión perfecta para que renazcan los sentimientos afectuosos, aquellos que le dan sentido y valor a la vida; el momento preciso de reconocernos como parte de una misma comunidad, de una misma y amorosa civilización.


Y también entendí que de nada me sirve adornar mi casa y llenar de luces mi jardín si mi interior sufre la ausencia de la paz y el perdón, si mi corazón está lleno de egoísmos y rencores; entendí, que necesito reconciliarme conmigo mismo, con las personas que amo y con la vida misma si lo que pretendo es vivir y disfruta de una dulce navidad. Entendí, que el niño Dios sólo renace en un corazón que vive sereno, lleno de esperanzas y siempre dispuesto a la caridad, la confianza y el amor.


Con el paso del tiempo, la vida me llevó por caminos que me alejaron del coro de los amigos de San Román. Entonces descubrí otros escenarios en los que viví y disfruté de navidades distintas, siempre nuevas, con mensajes renovados, con otras alegrías, otras esperanzas y otros abrazos.

Es necesario reconocer que en todas las navidades, hay instantes en que me atrapa la nostalgia, me invade la tristeza y termino con las emociones enredadas; pero creo que eso también es parte de la magia de la navidad, porque en cada una de ellas siempre hay alguien a quien extrañar, alguien a quien necesitamos abrazar, alguien que esa noche falta en nuestra mesa y en nuestra vida.

Hoy, mi navidad tiene la cara de mis hijos, la imagen de mis padres, la sonrisa de mis hermanos y la paz de la abuela; se acompaña de tíos y primos y se cobija con el calor de todos mis amigos. Por todo eso, este año, nuevamente celebraré y disfrutaré de mi mejor y más grata navidad.


Un abrazo afectuoso para todos los que me acompañaron en aquellos deliciosos años del coro de San Román, abrazo también a familiares y amigos y mi deseo sincero y cordial de una alegre navidad, llena de paz y amor, para todos los que me hacen el enorme favor de leerme.

lunes, 21 de diciembre de 2009

39. La gala de navidad

Publicado el 21 de diciembre de 2009




La música empezó a flotar suavemente en el ambiente, sin darnos cuenta, llenó el recinto y en medio de sus compases inundó a todos del ritmo y el espíritu de la navidad. Fue hace pocos días, la fusión de la Orquesta de Cámara del Municipio de Campeche y la orquesta sinfónica Infantil generó una magia especial y transformó el viejo recinto histórico del Teatro de la Ciudad en una deliciosa arca musical.




Es verdad, la homenajeada de esa noche era la navidad; los protagonistas fueron la música, los músicos y los cantantes, todos ellos muy jóvenes. Sin embargo voy a permitirme comentar algunas otras cosas que pasaron por mi cabeza, aún a riesgo de que este artículo quede convertido en un conjunto de desordenados párrafos.



Iniciaré diciendo que la invitación para asistir a la Gala de Navidad que ofreció el Gobierno del Municipio de Campeche me llegó por casualidad, una de las integrantes de la orquesta Sinfónica Infantil invitó a mi hijo Edoardo (quién disfruta de igual manera del reggaetón que de Il Divo) y éste me pidió lo acompañe. No tengo ningún problema en acudir a estos eventos y menos si me acompaña uno de mis hijos.



Y ahí estábamos los dos, en uno de los palcos del Teatro de la Ciudad Francisco de Paula Toro en espera de que inicie el concierto, cómo llegamos con cierta anticipación me di tiempo para apreciar algunas cosas que no es posible hacer si se llega con el tiempo justo.



¿Sabían que existe un reglamento para entrar y permanecer en este teatro? Sí, si existe. Me llamaron la atención algunas de sus cláusulas: Luego de que se alce el telón los asistentes se quitarán el sombrero, ocuparán sin excepción sus lugares y no deberán levantarse hasta que termine la representación. En todo momento, el público deberá guardar sosiego y no atropellarse. Los actores no podrán hacer gestos obscenos ni vestir ropas deshonestas.



Es verdad, este reglamento se realizó en 1833, cuando el viejo Teatro de la Ciudad fue inaugurado. Eran otros tiempos, pero creo que sería de mucha utilidad actualizar y reafirmar esos mandatos. Actualmente sólo se prohíbe fumar e introducir alimentos, esto último no se respeta.



Mis paseos por el teatro y mis pensamientos se interrumpieron cuando sonaron los acordes del primer violinista. El teatro estaba a la mitad de su capacidad, podría asegurar que los asistentes eran todos familiares de los músicos y cantantes. Había apartadas dos filas de butacas, creo que para las autoridades, pero solo se ocuparon cinco de esos espacios.



El concierto dio inicio, empezaron a conjugarse los violines, chelos, flautas y clarinetes, la armonía de navidad empezaba a surgir de todos lados cuando abruptamente todo se interrumpió con la cumbia que salió de un teléfono celular.




¿Se podrá hacer algo para evitar eso? ¿Se podrá instalar algún novedoso dispositivo para evitar que los teléfonos suenen? Para no cansarles mucho les diré que el episodio del celular musical se repitió otras tres veces a lo largo de la Gala de Navidad.



Finalmente pude concentrarme en el concierto y empezar a disfrutar de la noche de paz, la blanca navidad y otras tantas canciones y melodías que fueron despertando los viejos espíritus navideños, esos que sin darte cuenta te llevan directamente a tus primeras navidades, a la alegría de adornar el arbolito, al alboroto para abrir los regalos y a la espera impaciente de Santa Claus.



De pronto, y al suave compás de los villancicos, surgieron los renovados y cálidos deseos que se avivan en la navidad, la alegría por vivir y disfrutar esta época que acerca a los amigos, alimenta los corazones, reconcilia a las familias y llena de paz e ilusiones los hogares.



La música y la navidad tiene el extraño don de mover y animar las emociones, de abrirnos a espacios ocultos en las profundidades del alma y ahí, explorar sin prisas lo mejor de nosotros mismos para entregarlo a los demás.




Todo el teatro estaba lleno de música y al mismo tiempo, invadido de navidades. Eran las navidades de todos los que ahí nos encontrábamos, nuestras particulares e íntimas navidades, a veces alegres, festivas y risueñas; en ocasiones melancólicas, tristes y nostálgicas; pero navidades al fin.



Navidad, con su mensaje de paz y amor, con su eterno e insistente deseo de felicidad, con todas esas palabras que no importa cuántas veces se repitan, siempre encontrarán nuevos sentidos, nuevos caminos que las conduzcan a los corazones de las personas que amamos.



Si la Gala de Navidad, si los acordes de las orquestas y si las voces infantiles del coro lograron despertar la navidad oculta y auténtica de todos los que estábamos en el teatro, o por lo menos de la mitad, entonces el concierto fue un éxito, a pesar de los celulares. Feliz navidad para todos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

38. La Trinidad

Publicado el 9 de diciembre de 2009


En medio del frío, de caminos bordeados de pinos, ocotes y encinos, a una altura de 2,370 metros sobre el nivel del mar y en medio de un camino que serpentea por entre numerosas comunidades, surge La Trinidad, antigua fábrica textil convertida hoy en un moderno centro vacacional, balneario y museo; resulta imposible sustraerte a su embrujo que te remonta a más de 100 años en la historia. Simplemente, La Trinidad te atrapa y se mete en tus sentidos.


El inmueble fue construido en 1884 con la finalidad de albergar una fábrica de textiles, muy rápidamente se convirtió en una de las más importantes empresas productoras y exportadoras de mezclilla del país. Su instalación en Tlaxcala, un estado hasta entonces netamente campesino, originó significativos cambios sociales y económicos dado que marcó la transición de comunidades agrícolas de tiempo completo a grupos obreros con jornadas de 14 a 16 horas diarias

La fabrica fue propiedad del empresario español Manuel Martínez Conde, constaba en sus mejores años productivos de toda una infraestructura que facilitaba la producción y los servicios que los trabajadores requerían: la más moderna maquinaria de la época, casas para empleados y obreros, escuela para hijos de trabajadores, establos, talleres, almacén de géneros, salón de telares, área de hilados, turbina, calderas y un hermoso templo dedicado, como es de esperarse, a la Santísima Trinidad.

Al paso del tiempo, la falta de renovación y modernización de sus instalaciones, equipos y procesos, así como el surgimiento de texturas de origen sintético para la fabricación del vestido llevaron a la crisis financiera a La Trinidad y en diciembre de 1967 se declara su cierre definitivo.

Sus últimos propietarios, la familia Morales Pérez, vendieron la propiedad a una instancia gubernamental en 1987, la que a su vez la cedió al Instituto Mexicano del Seguro Social, mismo que, respetando su infraestructura y la historia oculta entre sus paredes adecuó en su interior un centro vacacional al servicio de la población abierta.


Llegar al Centro Vacacional La Trinidad se convierte en una verdadera delicia, separado solamente por doce kilómetros de la capital tlaxcalteca, la distancia se torna demasiado corta para contemplar los campos sembrados de pinos que recuerdan navidades, de ríos angostos que destilan aguas claras y de un paisaje dibujado por extensos llanos y la alta sierra. Es verdad, hace mucho frío, pero de verdad que se soporta y hasta se disfruta.


Ya estando en el inmueble, lo común es encontrarse en cualquier pasillo con parte de la antigua maquinaria textil; en sus paredes, el decorado corre a cargo de poleas y engranajes así como fotos antiguas que muestran imágenes de La Trinidad en sus tiempos de auge y bonanza.

Es fácil remontarse en el tiempo y visualizar a la fábrica operando en todo su esplendor, pero se torna muy difícil, en la presente quietud y paz de sus jardines y lagos artificiales, imaginarse el fenomenal escándalo que producían la turbina y las maquinarias y que hicieron surgir un particular y único lenguaje de señas entre sus obreros.

Las enormes chimeneas capturan más mi atención que la formidable alberca techada y climatizada en la que, la imagen de los bañistas, contrasta de manera curiosa con los gruesos abrigos y bufandas que usamos los que no estamos en un plan vacacional.

Hacia el fondo de la fábrica, a un costado del moderno y equipado centro de convenciones, se encuentra la que considero es la joya de la corona, me refiero al museo textil, el primero establecido en nuestro país. Su acervo está conformado por fotografías, documentos y testimonios, además de maquinaria, herramientas, hilos y otros objetos donados por los ex trabajadores.


Prácticamente, el tiempo se detuvo en la oficina del administrador de la fábrica, ahí están su escritorio de trabajo, la mesa de juntas, los archiveros mal acomodados y con expedientes abiertos, el periódico del día, la máquina de escribir y las fotografías de los momentos importantes. Pareciera que una reunión de trabajo se suspendió repentinamente a mediados del siglo pasado y que los objetos esperan impacientes a que se reanude.


No estaría haciendo justicia si menciono a la capilla de la fábrica simplemente como tal; por sus dimensiones, su belleza y su arquitectura de estilo neogótico, podría ser considerado el templo principal de cualquier comunidad. Una particularidad, no tiene bancas, son sillones individuales los que están dispuestos para la comodidad de los feligreses, principalmente huéspedes del hotel y vecinos del poblado de Santa Cruz.

Al despedirme del lugar, entiendo perfectamente que una parte de mí se queda atrapada en un punto justamente en medio de la fábrica y el centro vacacional, en ese instante se amalgaman el pasado afanoso y el presente afable y hospitalario. Una última mirada, despierta los fantasmas ocultos de obreros y trabajadores para hacerles justicia y rendir tributo a su anónima historia y a su huella plasmada en el tiempo. Atrás queda la permanente promesa de volver.

martes, 8 de diciembre de 2009

37. Una canastilla para María

Publicado el 7 de diciembre de 2009


Dar hasta que duelan y cuando duela dar todavía más.
Madre Teresa de Calcuta


 

Una canastilla que deberá contener todo lo que necesita un bebé que nacerá en los días cercanos a la navidad, una acto de caridad, amor y solidaridad con las personas que nacen con más necesidades, una oportunidad de dar a quienes más lo requieren y al mismo tiempo, regalar una navidad distinta.

La invitación es a que nos ayudes a formar canastillas para vestir a un recién nacido, hijito de una mamá de escasos recursos que dará a luz el día de navidad o en los días próximos. La invitación es a que hagas un regalo diferente en esta época, a que disfrutes la alegría íntima de dar a quien lo necesita, de darle la oportunidad a un ser humano de iniciar la vida en mejores condiciones.


La campaña es auspiciada por el informativo Novo Millennio, del canal de televisión Mariavisión (Canal 5 en Cablemás) y en Campeche nuevamente hacemos eco a esta caritativa iniciativa. El año pasado logramos reunir, con el favor de muchas personas de buena voluntad, 25 canastillas maternales con lo que se alegró a otros tantos hogares de escasos recursos que tuvieron la fortuna de recibir un bebé el día de navidad o en la víspera.


Este año la meta es llegar a 50 canastillas, mismas que, de manera ideal, deberán contener: cobija, sábana, chambritas, mamelucos, camisetas, calcetines, zapatitos, gorritos, baberos, pañales desechables, pañales de tela, toallas húmedas, toallas, peine, biberones, chupones, juguetitos, pomada para las rozaduras, loción, aceite, crema, talco, shampoo, jabón y algodón.



Pero esta meta no se podrá conseguir sin la participación y sin el ejercicio caritativo y amoroso que siempre ha distinguido a la sociedad campechana; es precisamente a los miembros de nuestra comunidad a quienes solicitamos su apoyo y su contribución generosa, amable y desinteresada sin la cual no se podrá conseguir nada.


Pueden donar cualquiera de los artículos antes descritos, en cualquier cantidad, de cualquier marca y precio; sólo una condición necesaria y entendible, todo deberá ser nuevo, recuerden que es para un bebé que se inicia en la vida. Piensen en lo representativo que será vestir a un recién nacido en el día que celebramos el nacimiento de Cristo.


Para recibir sus donaciones hemos dispuesto de tres centros de acopio ubicados en los siguientes sitios: iglesia del fraccionamiento Belén (Circuito Belén Oeste sin número) iglesia de Santa Cecilia (avenida Casa de Justicia) y escuela particular Miguel Hidalgo (avenida López Mateos).


Muchos agradeceremos que sus obsequios sean entregados antes del 22 de diciembre para poder estar en condiciones de armar las canastillas y preparar la logística para la entrega que se realizará los días 24 y 25 de diciembre en los hospitales y clínicas que atiendan a las mujeres de menos recursos económicos.


Recordemos que la navidad es el tiempo de dar, de ofrecer lo mejor de nosotros mismos, de vivir el misterio que ha cautivado al mundo por más de dos mil años, el misterio del amor al prójimo, de la entrega generosa y desnuda de egoísmos y avaricias, de disfrutar la alegría íntima y permanente que sólo se genera cuando aplicamos el ejercicio de la caridad.


Por ello, les invitamos a convertirse esta navidad, en la navidad de un recién nacido, en la navidad del Cristo que renace cada año para dar alegría al mundo. Recuerden que la meta es 50 canastillas maternales, con su ayuda y su confianza estoy seguro que la lograremos.