domingo, 7 de junio de 2009

21. Esas personas malhumoradas

Publicado el 10 de abril de 2009


Seguramente los ha visto o se ha topado con alguno de ellos, son los malhumorados, es fácil reconocerlos ya que les gusta hacerles la vida pesada a todos. Lo cierto es que el mal humor parece ser una característica de los tiempos actuales, pero es posible cambiar de actitud y con ello encontrar las alternativas de vida que conduzcan a una vida más placentera.

No es difícil distinguir a las personas con mal humor porque siempre y en forma invariable, llevan el gesto fruncido, las cejas encontradas, los ojos hundidos, surcos al lado de la boca; cuando hablan en vez de voz se escucha una especie de ladrido desagradable. Cuando caminan lo hacen rápidamente y en forma atropellada, manotean al expresarse e invariablemente se quejan de todo y de todos.

Lo peor del caso es que andan por todos lados, seguramente los ha escuchado vociferando insultos y ofensas mientras dura la luz roja del semáforo, caminando hoscamente por los pasillos de la oficina; se habrá topado con ellos en el mercado, en el camión o en alguna ventanilla de atención al público y, en el peor de los casos, viviendo y durmiendo a su lado.

De hecho, nadie quiere tropezarse ni tener que tratar con esa gente amargosa, inconforme, desagradable y obscura; tal vez podríamos hacer un sobrehumano esfuerzo para tratar de entender sus motivaciones: tuvieron un día espantoso, siempre han vivido con mala suerte, la vida ha sido infame con ellos, traen el santo de espaldas, nacieron desangelados, la crisis lo ha golpeado más que a cualquiera, tienen el peor y más perverso de los jefes o los más ineptos subordinados del mundo, la más insoportable pareja, los hijos más abominables que se puedan imaginar, etcétera, etcétera.

Pueden ocurrírsele mil motivos más para justificar la sangre pesada de esas personas, incluso muchas de sus razones pueden ser perfectamente válidas para expresar enfado, desgano y fastidio. Lo que no se justifica es que permanezcan y hagan de ese estado de ánimo, una forma de existir y que esa manera gris y grosera de vivir dañe las sanas relaciones con familiares, vecinos, amigos y demás personas que por infortunio nos cruzamos en sus lúgubres, tétricos y retorcidos caminos.

A todas esas personas que siempre andan malhumoradas les pido un enorme favor: cálmense, tranquilos, aplacados, bájenle, modérense, no hay que ser o seguir siendo. Ya párenle, que les cuesta. Háganse a ustedes mismos y a nosotros la vida más amable. ¿Para qué continuar con lo mismo si cuesta más trabajo enojarse que sonreír?

Ya no se exalten, siempre hay remedio para todo, nada más dense un poco de tiempo para pensar detenidamente y las soluciones llegarán, se los aseguro. Les recomiendo practicar la serenidad, esto los ayudará a mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas.

El mal humor es una actitud antisocial que además perjudica la salud. ¿Sabían ustedes que las personas con mal carácter son más propensas a desarrollar un accidente cerebro vascular? Esa es la conclusión a la que llegó un equipo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta. Por otra parte, los enojones suelen contraer tanto los músculos que pueden llegar a padecer dolores musculares, fibromialgia e incluso esguinces y torceduras, además de migraña, retortijones intestinales y flatulencias.

Es importante que se reconozcan a si mismos como unos gruñones consuetudinarios, a partir de ahí, hablen con sus familiares y amigos, pídanles les ayuden a controlar su desatinado carácter, ellos pueden tener buenas ideas y ofrecerles excelentes consejos para desactivar los arranques de cólera cuando estos surjan. No se aíslen ni se encierren en sí mismos, busquen los caminos que les lleven a componer su grotesca forma de ser.

Si bien es cierto no hay claves exactas para combatir o controlar el mal humor, existen algunos métodos que les pueden ayudar: cuenten hasta diez (mejor hasta cincuenta) hagan cualquier cosa que les ayude, tal vez apretar una pelota antiestrés o respirar profundamente, lo primero canalizará la tensión, lo segundo oxigenará el cuerpo y ambas cosas les darán tiempo para procesar las emociones, reconocerlas y encontrar mejores respuestas conductuales.

Corran, caminen, monten bicicleta, naden, levanten pesas, bailen, hagan cualquier ejercicio pero que sea con regularidad, ya que esto hará que el cuerpo produzca beta-endorfinas, la hormona que controla el estrés y mejora el estado de ánimo.

Duerman en cantidad suficiente para tener un descanso pleno y completo, estar siempre cansado puede provocar irritabilidad. Coman bien, una dieta balanceada ayuda a desintoxicar la mente y el cuerpo y proporciona la energía suficiente para evitar que las tensiones se apoderen de su vida.

Hagan todo lo que esté a su alcance para controlar su cotidiano disgusto, dense cuenta que el permanecer en ese estado de ánimo daña sus relaciones personales y familiares, afectan su imagen y alejan de ustedes a propios y extraños. Recuerden que padres malhumorados crían hijos malhumorados y si en casa todos andan enojados, sulfurados, quejosos y explosivos tendremos como resultado un hogar sin armonía ni paz y por consiguiente una familia en vías de extinción.

Por otra parte, si usted es una persona con un magnífico carácter y con actitudes tranquilas y serenas, trate de ayudar a los enojones que conozca. Si ya lo intentó y no ha conseguido resultados positivos, apártese de ellos, no permita que le contagien su amargura, antipatía, acidez, hostilidad y malas vibras. Déjelos que se alejen vertiendo su toxicidad por otro lado.

La vida es simple y sencilla, vivámosla así, siendo amables, pacientes y tolerantes con todos, manteniendo la sonrisa, el gesto alegre, la palabra cordial, el trato afectuoso. Seguramente esta actitud redituará en grandes y merecidas recompensas sociales y emocionales y lo más importante, le estará haciendo la vida grata y feliz a su familia, a sus amigos y a todos los que tengamos la fortuna de encontrarnos con usted.

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