A mi hijo Javier Edoardo y sus amigos
Siempre podrán ser amigos, siempre que ustedes quieran podrán estar cerca unos de otros sin importar la distancia y el tiempo, dije a mi hijo. Él me miró y asintió, observó a sus compañeros de escuela y algo brilló en sus ojos de niño. Era el final de la fiesta de despedida de la primaria y el ánimo decaía, había desesperanza e incertidumbre ante un futuro que parecía alejarlos después de seis años juntos. Sus mentes y corazones no alcanzaban a vislumbrar que ese final de fiesta podría bien transformarse en el principio de una larga historia de vidas permanentemente entrelazadas por el afecto y el cariño sincero de amigos.
Después de la clausura oficial de cursos en la primaria “Margarita de Gortari” mi hijo y un grupo de sus más cercanos amigos del sexto año grupo “A”, organizaron una fiesta que inició en las primeras horas de la tarde de un sábado cualquiera y se prolongó hasta ya cerca de la medianoche de un día que para muchos de ellos, sería uno de los mejores de sus cortas vidas compartidas. Luego de bailes, risas y juegos y en medio de luces de colores y de la música que a ellos les gusta, vinieron las despedidas y junto con ellas: las lágrimas, los recuerdos y los buenos deseos.
Yo lo miraba todo desde un rincón de aquel lugar y por un instante me pareció que se despedían como si jamás se volvieran a ver y nunca más volvieran a saber nada de ellos, como si dejar de estudiar juntos representara cerrar una página definitiva en sus vidas y un abismo de distancia se fuese abriendo entre ellos. Me pareció tan absurdo en esta época de comunicación electrónica instantánea, pero lo entendí y comprendí.
De manera atropellada, algunos de los papás que ahí se encontraban y yo, tratamos de infundirles ánimos a esos afligidos niños, les explicamos que las personas no necesariamente tiene que estar juntas para ser amigos, que el mundo es un lugar de múltiples posibilidades y cuando los amigos se quieren pueden estar emocionalmente cerca uno del otro a pesar de la distancia física, a pesar de los años y de las condiciones de vida que el destino tenga para cada uno de ellos. No estoy seguro de que hayamos sido todo lo convincentes que hubiéramos querido ser.
Casi sin querer recordé a mis amigos de la secundaría, apenas un día antes había compartido un café y una plática alegre con algunos de ellos. Traté de entender cómo era posible que después de casi 30 años de haber compartido las aulas pudiéramos seguir siendo amigos y continuar las pláticas, bromas y juegos como antes.
¿Cómo fue que nuestra amistad había, no solamente sobrevivido al tiempo y a las temporales ausencias y desavenencias, sino que además, los lazos se habían estrechando y fortalecido? La verdad es que no tengo una respuesta exacta y no creo que exista una fórmula precisa para conservar a los amigos, pero hay un conjunto de valores y acciones muy específicas que hoy, después de algunos meses de aquella noche de despedida, quisiera comentar para mi hijo Javier Edoardo y sus amigos. Las iré enumerando, no en orden de importancia, ni siquiera de manera alfabética, sino como se van ocurriendo.
Inicialmente les diré que es bien importante que se den ánimos entre sí, esto significa que cuando se descubran tristes o preocupados deben encontrar las palabras y las acciones precisas y adecuadas para ayudarse a recuperar la energía y las ganas de hacer las cosas. Otro factor vital es la fidelidad, esto trata de no traicionarse, no hablar mal de los amigos ni hacer cosas que los pueda dañar física o emocionalmente. Esto hará que nunca se pierda la confianza, recuerden que la confianza es ese acuerdo amistoso de guardar los secretos y las confidencias y que, si la confianza se destruye o se daña, todo lo demás estará perdido.
También es necesario que se amen, me refiero al amor de amigos, en este sentido amar es darse alegría, convivir, preocuparse el uno por el otro, estar cerca en los mejores momentos y en los más difíciles de sus vidas, esto les ayudará a duplicar las alegrías y a superar más rápidamente las tristezas y los momentos de angustia.
Otro valor que deben practicar es la sinceridad, esto significa que deben decirse siempre la verdad, no fingir, ni en lo que dicen ni en lo que sienten. También hay que desarrollar la habilidad para comprender a los amigos, esto es, encontrar y entender los motivos que alguien tiene para decir o hacer algo.
Para todo lo anterior, es fundamental aceptar las características personales del amigo: sus valores, ideas, miedos, aciertos, errores, en definitiva su forma de ser. También aceptar sus limitaciones y aspectos físicos. Este último punto se enlaza directamente con el respeto, que se refiere a que no deben rebasar los límites establecidos por el amigo hacia su persona, opiniones, ideas y propiedades.
Finalmente, deben practicar el perdón. Perdonar es olvidar la ofensa o el daño, no sentir rencor, el perdón no hace libres. Es este aspecto lo que deben hacer es simplemente no culpar. No culpar es un acto de amor. Cuando no culpamos no necesitamos perdonar.
Por otra parte, traten de mantenerse en contacto, les será muy fácil ya que cuentan con teléfonos celulares, messenger y correo electrónico. Propicien encuentros, reúnanse periódicamente para celebrar cumpleaños o simplemente para ir al cine, cenar o nada más para platicar, relatarse alguna confidencia o comentar cualquier cosa que les parezca importante. Acompáñense cuando vayan de compras, a hacer tareas o para ver el fútbol. Cualquier pretexto es bueno para estar cerca de los amigos.
Estoy seguro que si conjugan lo anterior y otros valores y acciones positivas que se les ocurran, podrán muy fácilmente seguir siendo amigos a través del tiempo. Se darán cuenta que dentro de poco se reunirán para fiestas de XV años, después para bodas y bautizos y cuando se den cuenta se referirán a ustedes mismos como amigos desde la infancia, porque se han visto crecer y desarrollarse como seres humanos y porque han estado juntos cuando más lo han necesitado.
Y no se imaginan lo grato que será para ustedes darse cuenta cómo al paso de los años su amistad se mantuvo estrecha y fortalecida y cómo el estar cerca de los amigos hizo que sus vidas fuesen más alegres, divertidas y cálidas.Me da mucho gusto saludar desde este espacio y desearles a Hannah, Isaac, Mónica Fernanda, Ricardo, Carolina, Santiago, Kassandra, Eber, Yesenia, Jorge, Andrea, Iván, Betsy, Mex, Areli, Rodrigo, Mónica Hanalí, Luis Leonardo, Scarlett, Danya y por supuesto a Javier Edoardo mucho éxito en sus vidas y que siempre, siempre puedan ser amigos.
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