Egoísmo, violencia, intolerancia, indiferencia ante el dolor y las tragedias ajenas parecen ser las actitudes que prevalecen en estos tan ajetreados tiempos en nuestra sociedad. Que distantes se ven los días en que los valores relacionados con el respeto y la consideración a los demás representaban la manera de vivir de las personas.
Estas reflexiones vienen a colación en virtud de un desafortunado video que cayó en mi correo electrónico en fechas pasadas y que muestra con toda su crudeza y su brutal realidad el asesinato de una muchacha “emo” a manos de una turba de enardecidos jóvenes. En el video se plasman imágenes de personas agrediendo, golpeando, pateando y aplastando a la chica. Aparecen también otras personas que graban o fotografían los hechos.
No se observa en ninguno de ellos, el menor asomo de solidaridad con la joven, nadie hace el mínimo intento por detener el crimen, calmar los ánimos o realizar cualquier acto que nos represente como seres humanos. Nada, nadie hizo algo por ella y ella terminó muriendo delante de una sociedad indolente, deshumanizada y cada más inconmovible y familiarizada con este tipo de acciones.
Si la vida fuese como proyectar una película en casa, era ese el momento en el que deberíamos apretar el botón de pausa y tratar de sentir el dolor chica, su angustia e incredulidad ante la inmerecida violencia de que era objeto y encontrar los argumentos que permitan detener el ataque. Eso, ponernos en los zapatos de los demás y tratar de entender y comprender su mundo y sus ideas desde la perspectiva de ellos, es a lo que en términos de la teoría de inteligencias múltiples de Howard Gardner se le llama empatía.
La empatía, llamada también inteligencia interpersonal es la capacidad de sentir en un contexto común lo que una persona diferente puede percibir. Es poder vivenciar la manera en que siente otra persona y de compartir sus sentimientos, y esto es lo que nos lleva a comprender su comportamiento, ideas y decisiones. Las personas que desarrollan la empatía son aquellas que son capaces de escuchar integralmente a los demás y entender sus problemas y motivaciones e incluso de anticiparse a las necesidades de sus acompañantes. Ser empáticos es ser capaz de “leer” emocionalmente a los demás y es, al mismo tiempo, un rasgo característico de relaciones interpersonales exitosas.
La empatía se facilita en la medida que conocemos a las personas, que descubrimos sus motivos de enojo, alegría, tristeza o desánimo y su consiguiente modo de actuar. Si nos apuramos a ser considerados con los demás, a conocer y comprender sus necesidades, podemos cambiar nuestra forma de pensar con relación a ellos y reajustar nuestro propio comportamiento en beneficio de una sana y armónica convivencia.
En cuanto a las actitudes que debemos tener para desarrollar la empatía destacan: escuchar en forma activa y total a los demás, escuchar con la mente abierta y sin perjuicios; prestar atención y mostrar interés por lo que nos están contando, no interrumpir mientras nos hablan y evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos y determinar lo que los demás deben hacer. Debemos también tener la habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los demás, esto hará que los otros descubran nuestra preocupación e interés genuino en ellos.
Bajo la particular óptica de mi abuela y en sus propios y personales términos, eso sería ser respetuoso con los pensamientos y sentimientos de todas las personas, considerado con las limitaciones, capacidades e ideas de los demás, ponerse en el lugar de otros para no hacer lo que no nos gustaría que nos hicieran. Volverse menos egoístas y mas compartidos, pensar siempre en lo que les puede agradar o molestar a otros. Desarrollar la tolerancia y la paciencia con los que nos rodean. Ayudar siempre que se pueda y tener buenas relaciones con familiares, amigos y vecinos. Ser atentos, serviciales y comprensivos, incluso con los desconocidos que nos solicitan ayuda o apoyo. ¿Qué tan difícil puede ser seguir la filosofía de la abuela?
El mundo cada vez esta más lleno de escenas como la de la chica del video, pero solamente regresando a los valores tradicionales, reforzando las conductas positivas y reprimiendo las negativas es que podremos estar en posibilidades reales de desterrar por completo las prácticas de violencia e intolerancia que se manifiestan en la actualidad Únicamente rescatando las antiguas enseñanzas y dándoles un nuevo impulso que llegue a la conciencia y a la creación de hábitos positivos en nuestros hijos es que podremos vencer las amenazas latentes y manifiestas que acechan a nuestra sociedad.
El peligro está en las puertas de nuestras casas, es la indiferencia ante el dolor ajeno, la intolerancia a formas distintas de pensar, sentir y actuar, la enajenación ante modas y costumbres ajenas, la violencia llevada a extremos insospechados e increíbles, la falta de altruismo y de valores que nos acerquen al amor al prójimo. Pero no estamos desarmados, tenemos las herramientas, usémoslas, regresemos a la empatía, a los valores, costumbres y tradiciones que nos convirtieron en un pueblo afable, hospitalario, solidario, cálido y amable. Es por el bien de la sociedad y por la tranquilidad y sana convivencia de nuestras familias.
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