De pronto navegábamos por la tranquilidad de un rio, unas horas más tarde escalábamos un cerro, poco después practicábamos kayak, finalmente terminamos sorprendidos ante la impactante belleza de cenotes escondidos en medio de la selva. No visitábamos Yucatán ni Quintana Roo, estábamos en Campeche, en una parte de nuestro estado que permanece oculta y casi virgen y que deslumbra por su impresionante belleza.
El equipo de exploradores lo conformamos 11 personas, incluidos el maestro José Encarnación Saravia, quien fungiría como guía y tres menores entre los que se contaba mi hijo Edoardo. No invertimos mucho tiempo, solo un fin de semana. Los costos fueron mínimos. Los objetivos del viaje eran netamente ecológicos y de convivencia, incluía la observación de paisajes locales y lo que pudiéramos aprender a partir del contacto con la naturaleza.
La primera parada fue en Champotón, en ese lugar abordamos una lancha y navegamos durante unas horas rio arriba. La primera sorpresa nos la dio un cocodrilo de cerca de dos metros, lo observamos un momento hasta que se perdió en las tranquilas aguas del rio. Seguimos avanzando hasta una isla, la rodeamos y penetramos a un manantial.
La ribera del rio está poblada de manglares donde anidan diversas aves acuáticas, entre todas esas plantas, hallamos una que da unos frutos de color rojizo y sabor dulce llamados hicacos. Durante el trayecto de regreso, nos imaginamos una parada turística en algún lugar, un restaurante ambientado, un programa guiado de observación de la flora y la fauna. Nada, lamentablemente no existe nada de eso.
Luego de retornar a Champotón, continuamos nuestro trayecto hasta la población de Chuiná, en ese lugar existe un campamento ecoturístico llamado Xunan-Ha (señora del agua) él cual tomamos como base. Una vez instalados, procedimos a efectuar el primer punto de nuestro programa de excursión, escalar el cerro donde, de acuerdo a la tradición, se apareció la milagrosa imagen que es motivo de veneración. En la cima del cerro existe una torre de vigilancia forestal la cual no estoy seguro de que siga funcionando como tal.
Subir no es fácil, pero la experiencia es muy rica, sobre todo cuando vas con un grupo de amigos y reconoces la necesidad de cuidarte y cuidarlos, de apoyarse los unos a los otros, de facilitar y allanarle el camino a los que vienen detrás. De observar en qué lugar pusieron el pié para que tu sigas sus pasos o los evites si es que ellos tropezaron o resbalaron. En este punto, el trabajo en equipo, más que una necesidad, es una exigencia.
Ya estando en la parte más alta del cerro te encuentras con un panorama poco deseable, todo el lugar está lleno de ropa de todo tipo, desde vestidos de novia hasta prendas muy pequeñitas, pensarías que es un basurero. No es así, las ropas son las ofrendas que se entregan a la virgen de Chuiná. Sin embargo, sería muy conveniente organizar y controlar esta práctica para, al mismo tiempo que se preservan las tradiciones religiosas, mantener el paisaje natural del lugar y una adecuada imagen a los visitantes.
Una vez concluidas las actividades de descenso retornamos a Xunan-Ha; ubicado a la orilla de la famosa aguada de Chuiná, el campamento consta de palapas, mesas y bancos rústicos, letrinas ecológicas, senderos diseñados para recorrer el lugar y poder observar la flora local (la cual va desde tranquilas ceibas y extrañas orquídeas, hasta el temido chechén) y servicios tales como: caballos para la monta, puente colgante, tiendas de campaña, campo de usos múltiples, muelles y kayaks.
Precisamente navegar era el siguiente punto de nuestro programa. Con un mínimo de esfuerzo botamos al agua cinco kayaks y una canoa, nos ajustamos como pudimos los chalecos salvavidas, escuchamos con atención algunas, muy necesarias instrucciones e iniciamos el recorrido de dos de las cinco lagunas unidas que conforman la aguada de Chuiná. Este cuerpo de agua mide aproximadamente dos kilómetros de largo por unos doscientos metros de ancho, en su parte más profunda rebasa los setenta metros y está rebosante de especies acuáticas.
La actividad resultó lo más relajante posible, los kayaks se deslizaban suavemente por la superficie de la aguada, los remos al chocar con el agua producían un sonido ligero y conciliador, navegamos por debajo de un puente colgante y bordeamos la ribera, el kayak siempre estuvo acompañado por un sinfín de pececillos.
Cuando la noche se acercaba levantamos las tiendas de campaña, encendimos una fogata para asar carnes y revisamos el programa de actividades para el día siguiente, el cual inicialmente consistía en la exploración de una caverna situada a unos 3 kilómetros selva adentro, pero que finalmente, por dificultades en el traslado, tuvimos que sustituir por la visita a unos cenotes.
Cerca de la medianoche, el campamento se sumergió en el silencio apenas interrumpido por los sonidos de algunas aves nocturnas, grillos y chicharras que ofrecían sus cantos a la noche. Todo lo demás era tranquilidad y cansancio.
El balance del primer día de exploración fue positivo, realizamos actividades que nos eran desconocidas, visitamos lugares nuevos y tuvimos la experiencia solidaria del trabajo de equipo, la cual contribuye a fortalecer las relaciones humanas y genera una perspectiva distinta de lo que significa ser amigos. Todo ello, sumado a la convivencia, la diversión y a los conocimientos medioambientales adquiridos.
Hola querido Amigo Gerardo Oliva.
ResponderEliminarComo te atreves a poner tantos lugares tan bonitos y yo tan lejos. Sabes el leer con tanta descripción aunque sea el calor, el agua, la comida el aire los colores dan ganas de salir corriendo e ir hacia esa aventura diferente a lo que cotidiana mente experimentas.
Gracias amigo por esta frustración porque al final estoy segura que el lugar donde naciste no solo hay lugares bonitos sino personas, hombres. Mujeres, niños que vive las buenas y las no tan buenas, que aprende y que termina siendo gente maravillosa.
Algún día voy a tener la buena idea y experiencia de estar por allá y cuando llegue a mi casa solo te voy a escribir sobre esa oportunidad que va a ser padrisisisisima.
Sabes a mino me gusta para nada el funchi, perdón el suchito o como se diga
Besos.
Carmen Guijosa
EXCELENTE ARTICULO AMIGO, MUY DESCRIPTIVO Y ARROBADOR.
ResponderEliminarFilípides Sosa
Primo se ve que este viaje estuvo chingón!!!!
ResponderEliminarme hubiera encantado acompañarles, si repites o si van a otro lado de estos avísame no seas culey
Álvaro Salazar Sauri
Oola a todos!
ResponderEliminaryo ya tuve la oportunidad de ir y la verdad fue muy divertido, una experiencia linda Y agradable.
Lo malo es que ahora tengo que hacer un trabajo sobre todo loque aprendi.
Me hubiese gustado mas si fuera de lo que me diverti jaja.