Publicado el 2 de febrero de 2009
En un mundo cada vez más enredado y descompuesto, es común que muchos jóvenes opten por el consumo de estupefacientes como un camino para evadir una realidad que no les resulta atractiva; es por tanto vital, necesario y urgente que los padres de familia sepamos reconocer las señales que indican que nuestros hijos están en zona de riesgo y que tomemos las medidas necesarias para evitar que caigan en el aciago mundo de las drogas.
La idea de abordar este delicado tema, surge de una nota informativa publicada en días pasados en este rotativo, en el cual se relata la historia de un padre de familia que, a fin de evitar que su joven hijo consuma drogas, detuvo y entregó a la policía al narco vendedor que pretendía surtir de enervantes al muchacho.
Es cierto, esa es una forma muy reconocible y loable de evitar que nuestros hijos penetren al mundo de las adicciones, lamentablemente no podemos estar todo el tiempo detrás de ellos ni someterlos a una estricta marcación personal las 24 horas del día. Tampoco podemos seleccionar al total de las personas con las que se van a relacionar o eliminar por completo de sus vidas los escenarios que nos parezcan inadecuados para ellos. No, por desgracia no lo podemos hacer y además, no sería sano para el desarrollo integral de los chicos.
Lo que si podemos hacer es contar con la suficiente información que nos permita conocer los motivos que inducen a nuestros hijos al consumo de los enervantes, saber cuáles son las vías para la prevención, informarnos de los indicadores que nos permitan reconocer que se están drogando y qué hacer para ayudarlos a salir de ese infierno.
Existen muchos motivos que conducen a los chicos a las drogas, para nuestra desdicha, parece que el consumo de esos productos está de moda en algunos ambientes y esto puede llevarlos a pensar que si no las toman serán rechazados, a esto se suma la curiosidad y el deseo de vivir y tener nuevas experiencias sin detenerse a pensar en los efectos posteriores y la influencia negativa de amigos y conocidos.
Otro aspecto importante que puede inducir a la drogadicción es el clima familiar en el que crecen y se desarrollan, una atmósfera marcada por la violencia, el abuso, desintegración, indiferencia, desinterés y falta de comunicación pueden conducir al joven al consumo de drogas al pretender evadirse de una realidad no deseada. Esto mismo puede propiciar que el joven no despliegue las características emocionales necesarias para afrontar sus problemas personales y familiares y entonces estaremos sumando un agravante más.
Siempre que hablemos de drogadicción, debemos considerar que es mucho mejor y más fácil prevenir que batallar contra una adicción. Por ello debemos dotar a nuestros muchachos de las herramientas necesarias para rechazarlas, porque finalmente la decisión acerca de consumirlas o no es únicamente de ellos. Y en este punto no solo debemos pensar en el conjunto de valores familiares que deben cargar los hijos en la mochila, sino también de otros aspectos mucho más prácticos.
En días pasados comentaba con algunas personas, que yo transité por la secundaria, preparatoria y carrera sin que me ofrecieran drogas, es más, ni siquiera las conocí de lejos. Esto me lleva a pensar en la importancia de rodearse de valiosos y sanos amigos y de convivir en escenarios completamente ajenos a los relacionados con las drogas.
Por otro lado hay que construir una relación muy cercana con los hijos, hablar del tema, saber qué opinan al respecto, darles argumentos para rechazar los ofrecimientos, conocer a sus amigos y si es posible, a los padres de sus amigos; establecer límites y horarios para su conducta, sobre todo cuando los hijos son aún adolescentes y empiezan a frecuentar fiestas y antros.
Necesitamos rodearlos de un clima familiar de armonía, de convivencia sana y comunicación continua y permanente, organizar actividades donde participen todos los miembros de la familia y crear en casa un firme ambiente anti drogas, con normas muy claras y, ante todo, siempre predicar con el ejemplo a fin de mantener una autoridad moral sobre ellos.
De cualquier manera es preciso estar siempre pendientes de los hijos para reconocer cuándo han podido caer en las drogas y poder ayudarlos lo más oportunamente posible, en este sentido hay que atender a las modificaciones rápidas e inexplicables de conducta, hábitos, amistades, humor y hasta en los cambios que puedan darse en su apariencia física, alimentación, aseo personal y rendimiento escolar o laboral. No debemos ignorar ninguna cosa que pueda ser indicador de un posible consumo de drogas.
Recuerden que las drogas crean dependencia, en el caso de que uno de nuestros hijos caiga en ellas, es válido y esencial pedir ayuda profesional, tanto para él como para nosotros, al mismo tiempo es necesario cortar en forma definitiva con los ambientes que faciliten y propicien el consumo y cargarse de mucho amor y paciencia para proporcionar al hijo un camino de salida rápido y definitivo.
Trate de evitar los reproches, acusaciones, reclamos, discusiones y castigos, todo eso no sirve de nada, ofrézcale a su hijo una ayuda real y concreta, humana y amorosa. Cree en torno a él un espacio en el que pueda encontrar los apoyos que le permitan recuperar la voluntad y la inteligencia para mantenerse sobrio y lejos de las drogas.
Evitar la drogadicción es una tarea de todos, supone establecer un acuerdo social en el cual nos comprometamos a proporcionar en el seno de nuestras familias los valores humanos y espirituales que contribuyan a evitar el consumo de las drogas. Si los hijos no cuentan con valores bien definidos y vivenciados, ninguna estrategia de prevención será efectiva.
Es muy pretencioso de mi parte suponer que este artículo contiene todo lo que se necesita saber acerca del tema de las drogas, de hecho, estoy seguro que solo toca una mínima parte, pero habrá cumplido su objetivo si logra despertar el interés y la preocupación necesaria para aproximarse a la información, a los medios y recursos que le permita mantener al margen de la drogadicción a sus hijos. La tarea es continua pero necesaria, es la vida de los hijos y su bienestar lo que está en juego.
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