lunes, 1 de junio de 2009

15. El ejercicio de la caridad

Publicado el 8 de enero de 2009




Ella decidió vivir una navidad distinta. Ella quiso en esta navidad, conocer el rostro de las Marías de hoy, las que viven en la pobreza, las que sufren ante un incierto porvenir para ellas y sus hijos. No hubo pesebres, ni pastores, ni estrellas que iluminasen el camino. Hubo trabajo, alegría, inspiración, y gracias al ejercicio de la caridad de un sector de la sociedad, hubo un regalo de navidad para 25 mujeres que tuvieron la gracia de dar a luz en esos días.


Todo partió de una convocatoria que hiciera María Isabel Álvarez de la Peza, conductora del programa Novo Millennio, informativo católico que se transmite por el canal de televisión María Visión, para participar en la campaña denominada “Una canastilla para María”. La tarea consistía en reunir los artículos necesarios para recibir a un recién nacido, armarlos en paquetes y distribuirlos entre mujeres de escasos recursos que hayan sido mamás el día de navidad o en los días previos.

Ella respondió a esa invitación, integró con sus familiares un equipo de trabajo e inició la gestión entre amigos, vecinos y conocidos. La respuesta fue mayor a la esperada, los productos fueron llegando e inundando los espacios destinados para tal fin, en total se integraron 25 paquetes, las bañaderas hicieron las veces de canastillas. Se decidió distribuirlas en el hospital “Álvaro Vidal Vera”, el área de trabajo social de ese nosocomio determinó, a través de un estudio socioeconómico, quienes eran las madres idóneas para recibir las “canastillas”. Finalmente, los días 24 y 25 de diciembre fue al encuentro de las Marías de hoy.

Los nombres de las beneficiadas no importan mucho, todas eran María, todas estaban llenas de gracia; en algunos casos José era un campesino, otras un pescador o un lavacoches, en otros casos ni siquiera había un José. Ellas sólo acertaron a decir gracias, pero no hacía falta que lo dijeran, los beneficios y recompensas de la caridad, del amor al prójimo, del dar y amar hasta que duela, ya se habían recibido.

Muchas veces al hablar de caridad nos confundimos y suponemos que es entregar una limosna (lo que nos sobra de dinero o algún bien material que ya no usamos) pero la caridad va muchos más allá, es más que una palabra, una virtud o un simple acto de ayuda, es una manifestación de amor al prójimo, un sentimiento que impulsa a la solidaridad con nuestros semejantes.

La práctica de la caridad nos conduce a un cambio completo que se genera desde el interior de nosotros mismos, porque nos rescata del egoísmo y del egocentrismo, de la avaricia que no permite que compartamos nuestros bienes, de la pereza que nos impide trabajar por los demás y nos libera de todo aquello que nos ata al consumismo, a los vicios de lo material y a las apariencias de lo social.

La caridad debe ser una tarea continua y permanente, tanto en momentos de armonía como en tiempos difíciles, no dar oportunidad a pretextos ni a justificaciones, practicarla día a día hasta que se vuelva costumbre, hasta que sea una constante en nuestras vidas y quede arraigada en las fibras más cercanas a nuestras emociones.

El ejercicio de la caridad nos lleva a disfrutar la alegría íntima y profunda de dar generosamente a los demás, a vivir y gozar la experiencia de participar activamente en la obra transformadora de Dios, a recorrer los caminos que nos acercan a nuestro semejantes y a mejorar nuestro entorno haciéndolo más justo y más solidario.
Fueron 25 las Marías que ella conoció esta navidad, todas con un mismo rostro, con una expresión que parece no haber cambiado en los últimos dos mil años, con los mismos surcos que deja la pobreza y el sufrimiento y con las mismas señas que surgen de la esperanza, la alegría y la ilusión por llevar a sus familias hacia destinos mejores. Fueron 25 las Marías, la próxima navidad, si usted quiere, podrán ser más.

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