domingo, 31 de mayo de 2009

2. ¿Qué harias si no tuvieses miedo?

Publicado el 21 de septiembre dde 2008
La pregunta surgió como una flecha flexible que penetró en mi cabeza, no lastimó, no dañó, ni siquiera sentí dolor. Se abrió paso por la corteza cerebral, esquivó el lóbulo prefrontal, la corteza motora y el cerebelo, libró las neuronas y finalmente se alojó en lo más profundo de mi sistema emocional. Desde entonces, no puedo librarme de ella, siempre está presente y repica incesantemente en los instantes de decisión más importantes de mi vida.
La pregunta emerge del conocido libro “¿Quién se ha llevado mi queso?” de Spencer Johnson. En él, uno de los personajes se enfrenta al terrible dilema de modificar su forma de vivir o quedarse establecido en conductas y paradigmas que ya no son eficientes ante los cambios que se han dado en su entorno. Tiene miedo ante las situaciones desconocidas, teme perderse en los laberintos insalvables de la vida, pero sabe que debe arriesgarse porque sólo de esa manera podrá mantenerse vigente y alcanzar sus más importantes objetivos en la vida.

El miedo es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo ante un medio ambiente que provoca angustia en la persona. El miedo constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia, sea para enfrentar el peligro, sea para escapar de él. En ese sentido, es normal y beneficioso para las personas.

Pero ¿Qué sucede cuando el miedo rebasa nuestros límites, cuándo la cantidad de miedo es mayor que nuestras propias fuerzas? Entonces sus bondades se alejan y el miedo se torna en contra nuestra: nos paraliza, impide tomar decisiones, rehuimos los encuentros, no queremos que lleguen los plazos, nos aislamos y muchas veces, adoptamos actitudes impropias de nuestra actual condición biológica, social y cultural. Finalmente, dejamos que el miedo tome decisiones por nosotros y éstas, por lo general no son las mejores de nuestras vidas.

A lo largo de nuestra existencia, nos encontramos con muchas ocasiones que nos hacen sentir miedo: perder el empleo, la pareja, nuestros bienes, a un ser querido, o simplemente perder el estado actual de las cosas y el estilo de vida que hasta entonces hemos tenido. Nos da miedo el cambio, enfrentarnos a situaciones desconocidas porque creemos que no tendremos las capacidades necesarias para desempeñarnos con eficiencia ante una realidad distinta a la que conocemos. Si hacemos un análisis retrospectivo podremos darnos cuenta de las cosas que perdimos porque no supimos vencer el miedo.

Si hubiésemos sido capaces de sobreponernos a la angustia paralizante que nos provoca el miedo al rechazo, al ridículo y al fracaso (entre otras cosas): ¿Dónde estaríamos hoy? ¿Con quién estaríamos? ¿Cuánto tendríamos? ¿Cuántos triunfos dejamos pasar? ¿Cuántas veces vimos como el éxito pasó por nuestro lado y no fuimos capaces de tomarlo? ¿Cuántos negocios no abiertos e ideas perdidas? ¿Cuántos besos no dados, experiencias no vividas, ilusiones marchitas, deseos no satisfechos y plazos no cumplidos? ¿Cuántas canciones, poemas y libros no escritos? ¿Cuántas oportunidades colgadas en los percheros, perdidas en la indefinición? ¿Cuántas veces nos conformamos a seguir con lo que tenemos porque pensamos que no podremos tener más, que no merecemos más y por ello renunciamos a las posibilidades, los sueños y los impulsos que pudieron haber detonado nuestras vidas a niveles no imaginados?

Vencer el miedo es una tarea que no admite demoras, en ello deben estar comprometidos nuestros principales esfuerzos. Para ello lo primero es aceptar que el miedo es una respuesta normal en el ser humano, en otras palabras, cada vez que queremos crecer o tomar una decisión importante o salirnos de nuestra zona de comodidad sentiremos miedo, ya que este quiere protegernos de lo desconocido.

Pero no debemos detenernos ante este miedo, es preciso enfrentarlo, es primordial actuar a pesar del miedo, para avanzar desde un lugar de incertidumbre y parálisis hasta un lugar de poder y confianza. Enfrentar y vencer el miedo nos hará sentirnos libres, cómodos, confiados y tener el control y la voluntad de correr hacia la conquista de nuestros deseos, aspiraciones y metas.

Una vez que hayamos triunfado sobre nuestros miedos, hagamos una reseña de nuestros éxitos donde recordemos las ocasiones y los sentimientos de orgullo y satisfacción que acompañaron a nuestra conquista. Finalmente celebremos nuestros éxitos, consintámonos, démonos una merecida recompensa porque tomamos el control de nuestras vidas y por fin podemos sentirnos libres de esa atadura que nos impedía realizarnos plenamente como seres humanos. Festejemos que evitamos la amargura y el dolor de llegar al final de nuestras vidas y notar que solo actuamos como comparsas en el concierto de los que sí lograron aplastar a sus propios demonios internos.

¿Qué harías si no tuvieras miedo? La pregunta continua flotando en el ambiente, se desliza por las paredes, se cuela por hendiduras y espacios vacios. Se renueva y replica. Retumba y el eco ensordece. ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Las respuestas están en cada uno de nosotros, la fuerza y la decisión se esconde en el interior de nuestros corazones, de nuestras emociones y actitudes. La capacidad está en nosotros. Asumamos el reto y la responsabilidad.

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