domingo, 31 de mayo de 2009

12. La familia saludable

Publicado el 17 de diciembre de 2008



A Mildred, Andrea y Edoardo. También
para Juan, Maricela e Ileana

Mucho se ha hablado acerca de la familia y de los innumerables beneficios que trae consigo el cuidarla y protegerla, pero en este tiempo que nos acerca a eventos tan importantes y cálidos como lo es la navidad, valdría la pena hacer una revisión de las condiciones en que se están dando las relaciones al interior de ellas y vislumbrar las características idóneas que nos permitirán la construcción de familias saludables.

Haciendo un rápido balance de la actualidad, podemos darnos cuenta que los últimos tiempos han empujado a una profunda crisis de valores a la sociedad en general y a las familias en particular. Podemos culpar a lo que ustedes quieran: pérdida de tradiciones y costumbres, influencia negativa de los medios de comunicación, deficiencias en la educación de niños y jóvenes, alejamiento continuo de normas de carácter religioso y muchas causas más. En realidad, me parece que es la suma de todo lo anterior.

Las consecuencias son múltiples y muy variadas, desde trastornos emocionales del individuo y falta de identidad social y cultural (lo que puede estar generando el surgimiento de etnias urbanas) hasta la desintegración del núcleo familiar y la formación de modelos alternos de familia.

Dada la situación anterior, conviene preguntarnos ¿Cómo se están dando las relaciones entre los miembros de nuestras familias? Si están mal, ¿Cómo podemos mejorarlas? Si están bien ¿Cómo enriquecerlas y hacerlas mucho más benéficas para todos? ¿Cómo impulsar el establecimiento de relaciones sanas y armónicas en la familia? ¿Cuáles son las condiciones necesarias para construir una familia saludable?

La búsqueda de respuestas a las anteriores interrogantes me llevó a realizar una pequeña investigación en Internet, a continuación expongo las conclusiones de la misma.

Inicialmente es necesario establecer una definición de familia, para ello me voy a alejar un poco de los tradicionales conceptos que usamos en la escuela y diré que una familia es (o debe ser) una comunidad basada en el amor y la solidaridad de sus miembros. Esto significa que deberemos encontrar las afinidades y coincidencias que nos impulsen a estar juntos porque queremos y necesitamos estarlo, y que es en los familiares donde debemos hallar el apoyo y motivación para superar dificultades y la compañía ideal para compartir éxitos y alegrías.

Si vivimos en el seno de nuestras familias el amor y la solidaridad, en toda su amplia gama de posibilidades y expresiones, nos estaremos acercando a lo que significa tener una familia saludable, la cual sería aquella que logra establecer un entorno físico y de relaciones familiares que favorezca el desarrollo integral de todos sus miembros.

De acuerdo a la anterior definición, considero que las características concretas que identifican a una familia saludable son las siguientes:

Preocupación permanente por la salud física, mental y emocional de cada uno de sus miembros. Esto implica interesarnos por los cambios según la edad y etapa de desarrollo, la realización de controles médicos periódicos y oportunos y estar atentos a ideas, sentimientos, emociones, amigos, intereses, actividades físicas, profesionales, culturales o artísticas de cada uno de los que conforman nuestro núcleo familiar.

El diálogo permanente es fundamental. En este punto debemos esforzarnos para lograr una comunicación positiva, clara, directa, continua y enriquecedora, que se constituya en un camino multidireccional por donde fluyan no solamente indicaciones y saludos, sino también los sentimientos, anhelos, temores y angustias de todos y donde se propicien los espacios adecuados para conversar en familia.

El respeto es otra característica de las familias saludables, no se trata solamente de respetar a la persona misma, sino también sus opiniones y sentimientos, sus pertenencias y valores, así como respeto a su privacidad y decisiones (siempre que estas sean acordes a la edad de la persona y no pongan en riesgo la armonía y la integridad de la familia).

Otro punto importante consiste en la creación de ambientes alegres y positivos, que inviten a quererse, amarse y respetarse, que permitan una convivencia sana, edificante y grata. Debemos lograr que nuestros hogares se conviertan en un refugio amigable, un lugar al que todos desean llegar porque se sienten cómodos, a gusto, en casa; y donde surjan de manera espontánea las expresiones de amor concretas y explícitas, donde nos sintamos queridos y que ese amor nos sea comunicado de manera continua y evidente.

Por otra parte, los miembros de las familias saludables se dan tiempo para convivir, se divierten y ríen juntos, juegan, comparten experiencias, celebran unidos y se esfuerzan por preservar sus momentos especiales y las tradiciones familiares y siempre encuentran los motivos para regocijarse y para mantenerse unidos.

Indiscutiblemente la presencia de Dios va a llevarnos con toda seguridad a la creación de familias sanas. Dios es la fuente de amor auténtico y genuino que nutre los corazones humanos y permite crecer en la fe, el amor y en la permanencia en los valores que mantienen unidas, sanas y comprometidas a las familias.

Finalmente es importante considerar que la vida familiar no es estable, sino que está en constante cambio. En consecuencia, una familia saludable debe lograr una adaptación exitosa a los desafíos que se le presentan, superando los problemas y dificultades y luchando siempre por conservarse unida y en crecimiento.
Las características para proporcionar salud a las familias están al alcance de todos, no se ve dificultad alguna. La opción para estos tiempos de espera para la celebración navideña es revisar nuestras relaciones familiares y encontrar los caminos y acuerdos que nos lleven a construir una familia sana, la alternativa es deseable para todos y podemos empezar en el momento en que nos lo propongamos.

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