domingo, 6 de marzo de 2011

47. Apuntes desde la Ciudad de México

Publicado el 25 de febrero de 2011


¿Por qué se ha de temer a los cambios?
Toda la vida es un cambio.
H.G. Wells

Mientras el camino avanzaba, atrás iba quedando Campeche, mi casa, mis afectos y mi particular forma de vivir; los lazos familiares me detienen pero el camino me llama, me atrae. La gran ciudad de México, sus grandes avenidas y sus zonas sombrías no reparan en mi llegada; nada cambia en ella, todo cambia para mí.

Yo nací en la ciudad de Campeche y siempre (salvo algunos años infantiles) había vivido en esa ciudad. Toda mi vida he estado cobijado y arropado por una enorme y afectuosa familia sanromanera; El mar siempre fue un marco esplendido para los sucesos que, para bien o para mal, marcaron mi existencia.

Mi historia está en Campeche; mis hijos, mis padres y las personas que amo están en Campeche. Mi casa, mi hogar y mi refugio también están en Campeche. Allá viven la mayoría de los amigos que elegí y con quienes he compartido las altas y bajas de la vida.

En Campeche está una particular y apacible forma de vida que me caracteriza y califica, allá está mi descanso y mi sueño, el amor y el desamor, la paz y la inquietud, los sueños rotos y las cálidas promesas. Todo está en Campeche. Pero entonces ¿Qué anhelos persigo en la enorme ciudad de México?

No fue un impulso lo que me hizo aceptar una promoción dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social; no fue una ocurrencia, ni una idea fugaz. Tampoco fue un acto heroico o un sacrificio supremo dejar la quietud de Campeche para ir a enfrentarse a la vorágine que prevalece en la capital del país. Fue algo más interno, más íntimo.

Fue el deseo de cambiar, de modificar los escenarios que ya no llenaban mis expectativas y necesidades personales; fueron las ganas enormes de explorar mis alcances, de conocer y reconocer mis aptitudes y capacidades, de abrirme espacios en entornos diferentes, de encontrar y generar nuevas posibilidades de realización laboral y profesional.

En medio de todos esos deseos crecientes, y ante la amenaza de permanecer en la inamovilidad frustrante y aplastante, la vida y el camino me han conducido hasta esta ciudad lejana y ajena, árida y fría, colmada de gente y paradójicamente, solitaria, vacía e impersonal.

Pero esta fue mi elección, es este el camino que decidí caminar, es la nueva forma de vida que resolví vivir, son los espacios que escogí para culminar mis impulsos y aspiraciones laborales, son los sueños que un día quise soñar y vivir y disfrutar; es la tierra que debo descubrir, conquistar y hacer mía durante el tiempo que permanezca aquí.

¿Qué harías si no tuvieras miedo? Esa ha sido desde hace muchos años la pregunta que revolotea incansable por mi cerebro. Hoy me he liberado del miedo que paraliza, del sentimiento negativo que busca la permanencia en los espacios cómodos y agradables. Hoy he tenido el deseo creciente de modificar y revolucionar mis estándares de vida y creo que lo estoy consiguiendo. ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Hoy yo ya tengo la respuesta, mi respuesta.

1 comentario:

  1. Pues bueno, ya que hablas del miedo, te podria recomendar a una compañera española llamada Pilar Jerico, que tiene su blog del mismo nombre y libros y conferencias sobre este interesante concepto.

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