Publicado el 21 de diciembre de 2009
La música empezó a flotar suavemente en el ambiente, sin darnos cuenta, llenó el recinto y en medio de sus compases inundó a todos del ritmo y el espíritu de la navidad. Fue hace pocos días, la fusión de la Orquesta de Cámara del Municipio de Campeche y la orquesta sinfónica Infantil generó una magia especial y transformó el viejo recinto histórico del Teatro de la Ciudad en una deliciosa arca musical.
Es verdad, la homenajeada de esa noche era la navidad; los protagonistas fueron la música, los músicos y los cantantes, todos ellos muy jóvenes. Sin embargo voy a permitirme comentar algunas otras cosas que pasaron por mi cabeza, aún a riesgo de que este artículo quede convertido en un conjunto de desordenados párrafos.
Iniciaré diciendo que la invitación para asistir a la Gala de Navidad que ofreció el Gobierno del Municipio de Campeche me llegó por casualidad, una de las integrantes de la orquesta Sinfónica Infantil invitó a mi hijo Edoardo (quién disfruta de igual manera del reggaetón que de Il Divo) y éste me pidió lo acompañe. No tengo ningún problema en acudir a estos eventos y menos si me acompaña uno de mis hijos.
Y ahí estábamos los dos, en uno de los palcos del Teatro de la Ciudad Francisco de Paula Toro en espera de que inicie el concierto, cómo llegamos con cierta anticipación me di tiempo para apreciar algunas cosas que no es posible hacer si se llega con el tiempo justo.
¿Sabían que existe un reglamento para entrar y permanecer en este teatro? Sí, si existe. Me llamaron la atención algunas de sus cláusulas: Luego de que se alce el telón los asistentes se quitarán el sombrero, ocuparán sin excepción sus lugares y no deberán levantarse hasta que termine la representación. En todo momento, el público deberá guardar sosiego y no atropellarse. Los actores no podrán hacer gestos obscenos ni vestir ropas deshonestas.
Es verdad, este reglamento se realizó en 1833, cuando el viejo Teatro de la Ciudad fue inaugurado. Eran otros tiempos, pero creo que sería de mucha utilidad actualizar y reafirmar esos mandatos. Actualmente sólo se prohíbe fumar e introducir alimentos, esto último no se respeta.
Mis paseos por el teatro y mis pensamientos se interrumpieron cuando sonaron los acordes del primer violinista. El teatro estaba a la mitad de su capacidad, podría asegurar que los asistentes eran todos familiares de los músicos y cantantes. Había apartadas dos filas de butacas, creo que para las autoridades, pero solo se ocuparon cinco de esos espacios.
El concierto dio inicio, empezaron a conjugarse los violines, chelos, flautas y clarinetes, la armonía de navidad empezaba a surgir de todos lados cuando abruptamente todo se interrumpió con la cumbia que salió de un teléfono celular.
¿Se podrá hacer algo para evitar eso? ¿Se podrá instalar algún novedoso dispositivo para evitar que los teléfonos suenen? Para no cansarles mucho les diré que el episodio del celular musical se repitió otras tres veces a lo largo de la Gala de Navidad.
Finalmente pude concentrarme en el concierto y empezar a disfrutar de la noche de paz, la blanca navidad y otras tantas canciones y melodías que fueron despertando los viejos espíritus navideños, esos que sin darte cuenta te llevan directamente a tus primeras navidades, a la alegría de adornar el arbolito, al alboroto para abrir los regalos y a la espera impaciente de Santa Claus.
De pronto, y al suave compás de los villancicos, surgieron los renovados y cálidos deseos que se avivan en la navidad, la alegría por vivir y disfrutar esta época que acerca a los amigos, alimenta los corazones, reconcilia a las familias y llena de paz e ilusiones los hogares.
La música y la navidad tiene el extraño don de mover y animar las emociones, de abrirnos a espacios ocultos en las profundidades del alma y ahí, explorar sin prisas lo mejor de nosotros mismos para entregarlo a los demás.
Todo el teatro estaba lleno de música y al mismo tiempo, invadido de navidades. Eran las navidades de todos los que ahí nos encontrábamos, nuestras particulares e íntimas navidades, a veces alegres, festivas y risueñas; en ocasiones melancólicas, tristes y nostálgicas; pero navidades al fin.
Navidad, con su mensaje de paz y amor, con su eterno e insistente deseo de felicidad, con todas esas palabras que no importa cuántas veces se repitan, siempre encontrarán nuevos sentidos, nuevos caminos que las conduzcan a los corazones de las personas que amamos.
Si la Gala de Navidad, si los acordes de las orquestas y si las voces infantiles del coro lograron despertar la navidad oculta y auténtica de todos los que estábamos en el teatro, o por lo menos de la mitad, entonces el concierto fue un éxito, a pesar de los celulares. Feliz navidad para todos.
LEI TU ARTICULO SOBRE LA GALA DE NAVIDAD Y ME PARECE QUE ESTE TIPO DE ESPECTÁCULOS DEBERIAN DE DARLES MAS PUBLICIDAD.PARA QUE MAS GENTE
ResponderEliminarSE ENTERE Y PUEDA DISFRUTARLO.
SIN EMBARGO TE PIDO POR FAVOR ME HAGAS EXTENSIVA LA INVITACIÓN CUANDO TE ENTERES DE ALGÚN ESPECTÁCULO QUE VALGA LA PENA.
ESTAMOS EN CONTACTO.
SALUDOS
GRACIELA