Yo nunca he sido obeso pero siempre he tenido sobrepeso. Pero eso nunca me importó, hasta hace algunos meses. La incidencia de obesidad en México es alarmante y esta condición del ser humano redunda en el incremento de problemas cardíacos, enfermedades crónico degenerativas y en algunas formas de cáncer. Es tiempo de tomar medidas emergentes para combatir este nuevo tipo de enfermedad, es momento para poner un alto definitivo al sobrepeso y a la obesidad.
Desde que tengo uso de razón he sido gordito, esa ha sido una característica personal que me ha acompañado en todo lo que llevo de existir en este mundo; esta ha sido una condición un tanto extraña para mí porque nunca he sido de comer en exceso; por otra parte, yo practicaba fútbol cuando niño y aún en mi adolescencia era fácil verme practicando ese o algún otro deporte.
Más extraño todavía es el hecho de que mi sobrepeso nunca me importó mucho, simplemente no le prestaba atención a esa realidad. Según yo, había situaciones más importantes en que pensar, hacer y decidir, por lo que me concentré en esas cosas y seguí siendo un gordito feliz, despreocupado y desfachatado.
Sin embargo, pasados los años, un persistente dolor en las rodillas me condujo hasta el consultorio médico, el diagnóstico no viene al caso, pero una de las recomendaciones fue bajar de peso para aliviar la presión de todo mi cuerpo encima de las rodillas. Casualmente y más o menos por esos días, me enteré de algunos fallecimientos de jóvenes menores de 35 años víctimas de infartos al corazón. Eso encendió algunas alarmas en mi ánimo.
Lo menos que yo he deseado es abandonar precipitada y prematuramente este planeta (que por alguna razón me gusta mucho). Por lo que sentí que había llegado el momento preciso de revisar prioridades y tomar una decisión que involucre la necesaria disminución de mi sobrepeso, lo cual entendí, se relaciona directamente con mi estado de salud.
Lo primero que hice fue informarme acerca del problema, lo que leí fue alarmante: de acuerdo con estadísticas realizadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social, en 2007 el 62 por ciento de los mexicanos de 20 a 59 años padecían sobrepeso u obesidad, mientras que en las mexicanas del mismo rango de edad representaba casi el 70 por ciento. Las cifras anteriores posicionaron a nuestro país en el segundo lugar mundial de obesidad, sólo detrás de Estados Unidos.
¿Pero qué ocasiona este grave problema? De acuerdo a lo que publica en su portal la Organización Mundial para la Salud, la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad se debe al aumento en la ingesta de alimentos ricos en grasas y azúcares pero con escasas vitaminas y minerales, así como a una marcada tendencia a la disminución de la actividad física, producto de la naturaleza sedentaria del trabajo y a los medios de transporte.
Las consecuencias de este sobrepeso y obesidad se reflejan en el incremento de enfermedades cardiovasculares y del aparato locomotor (principalmente artrosis) diabetes mellitus y algunos cánceres como los del endometrio, mama y colon. En forma paralela a éstas, se pueden presentar trastornos emocionales como depresión, ansiedad e irritabilidad. ¿Cuál de todas estas enfermedades le gusta? A mí tampoco.
La solución parece sencilla, bajar de peso; esto se puede lograr reduciendo de la dieta las grasas, harinas, pastas y azúcares, aumentando el consumo de frutas y verduras, legumbres y granos integrales y realizando actividad física (al menos 30 minutos de intensidad moderada durante 5 días a la semana). No es sencillo, le aseguro que no lo es, pero es necesario y muy importante hacerlo. No hay alternativa.
Entonces me enfrasqué en una decidida, saludable, permanente, constante, agotadora pero muy estimulante lucha en contra del sobrepeso, esta cruzada me ha llevado tanto a nadar asiduamente como a sudar la gota gorda levantando mancuernas y jalando poleas en un gimnasio.
Al principio me costó mucho trabajo (es difícil abandonar los hábitos sedentarios) hubo muchos días en que la apatía y la desidia mordió fuerte, pero era necesario ser constante hasta adquirir un nuevo estilo de vida. Me ayudó mucho visualizarme en el futuro como un hombre sano y feliz, libre de achaques y enfermedades y cuando veo reflejados los resultados en la báscula y en mi bienestar general, aumenta mi motivación y las ganas de continuar.
Falta mucho, es importante reconocerlo y mencionarlo. Falta modificar mi cultura alimentaria, esto implica comer más sano, tener una dieta equilibrada, ponderar las fibras, disminuir harinas y grasas y definir un horario fijo para la realización de las comidas (5 por día). Esto será el trabajo de los próximos meses.
Desde que tengo uso de razón he sido gordito, esa ha sido una característica personal que me ha acompañado en todo lo que llevo de existir en este mundo; esta ha sido una condición un tanto extraña para mí porque nunca he sido de comer en exceso; por otra parte, yo practicaba fútbol cuando niño y aún en mi adolescencia era fácil verme practicando ese o algún otro deporte.
Más extraño todavía es el hecho de que mi sobrepeso nunca me importó mucho, simplemente no le prestaba atención a esa realidad. Según yo, había situaciones más importantes en que pensar, hacer y decidir, por lo que me concentré en esas cosas y seguí siendo un gordito feliz, despreocupado y desfachatado.
Sin embargo, pasados los años, un persistente dolor en las rodillas me condujo hasta el consultorio médico, el diagnóstico no viene al caso, pero una de las recomendaciones fue bajar de peso para aliviar la presión de todo mi cuerpo encima de las rodillas. Casualmente y más o menos por esos días, me enteré de algunos fallecimientos de jóvenes menores de 35 años víctimas de infartos al corazón. Eso encendió algunas alarmas en mi ánimo.
Lo menos que yo he deseado es abandonar precipitada y prematuramente este planeta (que por alguna razón me gusta mucho). Por lo que sentí que había llegado el momento preciso de revisar prioridades y tomar una decisión que involucre la necesaria disminución de mi sobrepeso, lo cual entendí, se relaciona directamente con mi estado de salud.
Lo primero que hice fue informarme acerca del problema, lo que leí fue alarmante: de acuerdo con estadísticas realizadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social, en 2007 el 62 por ciento de los mexicanos de 20 a 59 años padecían sobrepeso u obesidad, mientras que en las mexicanas del mismo rango de edad representaba casi el 70 por ciento. Las cifras anteriores posicionaron a nuestro país en el segundo lugar mundial de obesidad, sólo detrás de Estados Unidos.
¿Pero qué ocasiona este grave problema? De acuerdo a lo que publica en su portal la Organización Mundial para la Salud, la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad se debe al aumento en la ingesta de alimentos ricos en grasas y azúcares pero con escasas vitaminas y minerales, así como a una marcada tendencia a la disminución de la actividad física, producto de la naturaleza sedentaria del trabajo y a los medios de transporte.
Las consecuencias de este sobrepeso y obesidad se reflejan en el incremento de enfermedades cardiovasculares y del aparato locomotor (principalmente artrosis) diabetes mellitus y algunos cánceres como los del endometrio, mama y colon. En forma paralela a éstas, se pueden presentar trastornos emocionales como depresión, ansiedad e irritabilidad. ¿Cuál de todas estas enfermedades le gusta? A mí tampoco.
La solución parece sencilla, bajar de peso; esto se puede lograr reduciendo de la dieta las grasas, harinas, pastas y azúcares, aumentando el consumo de frutas y verduras, legumbres y granos integrales y realizando actividad física (al menos 30 minutos de intensidad moderada durante 5 días a la semana). No es sencillo, le aseguro que no lo es, pero es necesario y muy importante hacerlo. No hay alternativa.
Entonces me enfrasqué en una decidida, saludable, permanente, constante, agotadora pero muy estimulante lucha en contra del sobrepeso, esta cruzada me ha llevado tanto a nadar asiduamente como a sudar la gota gorda levantando mancuernas y jalando poleas en un gimnasio.
Al principio me costó mucho trabajo (es difícil abandonar los hábitos sedentarios) hubo muchos días en que la apatía y la desidia mordió fuerte, pero era necesario ser constante hasta adquirir un nuevo estilo de vida. Me ayudó mucho visualizarme en el futuro como un hombre sano y feliz, libre de achaques y enfermedades y cuando veo reflejados los resultados en la báscula y en mi bienestar general, aumenta mi motivación y las ganas de continuar.
Falta mucho, es importante reconocerlo y mencionarlo. Falta modificar mi cultura alimentaria, esto implica comer más sano, tener una dieta equilibrada, ponderar las fibras, disminuir harinas y grasas y definir un horario fijo para la realización de las comidas (5 por día). Esto será el trabajo de los próximos meses.
Para mí lo más importante de combatir el sobrepeso y la obesidad, considero necesario esclarecerlo, no es la estética, es la salud. Eso es definitivo. Los años van pasando y yo con ellos, no me hago más joven, lo tengo muy en claro; las perspectivas para los próximos 15, 20 o 25 años son una vejez ligada a las enfermedades con una pobre calidad de vida o una tercera edad radiante, sana, con plenitud de facultades físicas, mentales y emocionales. No me cuesta trabajo decidir cuál de las dos es la que quiero vivir.
Es preciso adoptar la cultura de la salud, comer sano y activarse físicamente, no hay tiempo que perder, no hay excusas ni pretextos para no hacerlo; existen múltiples posibilidades y los beneficios se reflejan desde el primer día en que se abandona el estilo inadecuado de vivir. Si yo puedo, tú también puedes, hazlo por ti y por tu familia.