jueves, 25 de junio de 2009

29. Un recorrido ecológico (1a. parte)

Publicado el 25 de junio de 2008



De pronto navegábamos por la tranquilidad de un rio, unas horas más tarde escalábamos un cerro, poco después practicábamos kayak, finalmente terminamos sorprendidos ante la impactante belleza de cenotes escondidos en medio de la selva. No visitábamos Yucatán ni Quintana Roo, estábamos en Campeche, en una parte de nuestro estado que permanece oculta y casi virgen y que deslumbra por su impresionante belleza.

El equipo de exploradores lo conformamos 11 personas, incluidos el maestro José Encarnación Saravia, quien fungiría como guía y tres menores entre los que se contaba mi hijo Edoardo. No invertimos mucho tiempo, solo un fin de semana. Los costos fueron mínimos. Los objetivos del viaje eran netamente ecológicos y de convivencia, incluía la observación de paisajes locales y lo que pudiéramos aprender a partir del contacto con la naturaleza.


La primera parada fue en Champotón, en ese lugar abordamos una lancha y navegamos durante unas horas rio arriba. La primera sorpresa nos la dio un cocodrilo de cerca de dos metros, lo observamos un momento hasta que se perdió en las tranquilas aguas del rio. Seguimos avanzando hasta una isla, la rodeamos y penetramos a un manantial.


La ribera del rio está poblada de manglares donde anidan diversas aves acuáticas, entre todas esas plantas, hallamos una que da unos frutos de color rojizo y sabor dulce llamados hicacos. Durante el trayecto de regreso, nos imaginamos una parada turística en algún lugar, un restaurante ambientado, un programa guiado de observación de la flora y la fauna. Nada, lamentablemente no existe nada de eso.


Luego de retornar a Champotón, continuamos nuestro trayecto hasta la población de Chuiná, en ese lugar existe un campamento ecoturístico llamado Xunan-Ha (señora del agua) él cual tomamos como base. Una vez instalados, procedimos a efectuar el primer punto de nuestro programa de excursión, escalar el cerro donde, de acuerdo a la tradición, se apareció la milagrosa imagen que es motivo de veneración. En la cima del cerro existe una torre de vigilancia forestal la cual no estoy seguro de que siga funcionando como tal.


Subir no es fácil, pero la experiencia es muy rica, sobre todo cuando vas con un grupo de amigos y reconoces la necesidad de cuidarte y cuidarlos, de apoyarse los unos a los otros, de facilitar y allanarle el camino a los que vienen detrás. De observar en qué lugar pusieron el pié para que tu sigas sus pasos o los evites si es que ellos tropezaron o resbalaron. En este punto, el trabajo en equipo, más que una necesidad, es una exigencia.


Ya estando en la parte más alta del cerro te encuentras con un panorama poco deseable, todo el lugar está lleno de ropa de todo tipo, desde vestidos de novia hasta prendas muy pequeñitas, pensarías que es un basurero. No es así, las ropas son las ofrendas que se entregan a la virgen de Chuiná. Sin embargo, sería muy conveniente organizar y controlar esta práctica para, al mismo tiempo que se preservan las tradiciones religiosas, mantener el paisaje natural del lugar y una adecuada imagen a los visitantes.


Una vez concluidas las actividades de descenso retornamos a Xunan-Ha; ubicado a la orilla de la famosa aguada de Chuiná, el campamento consta de palapas, mesas y bancos rústicos, letrinas ecológicas, senderos diseñados para recorrer el lugar y poder observar la flora local (la cual va desde tranquilas ceibas y extrañas orquídeas, hasta el temido chechén) y servicios tales como: caballos para la monta, puente colgante, tiendas de campaña, campo de usos múltiples, muelles y kayaks.


Precisamente navegar era el siguiente punto de nuestro programa. Con un mínimo de esfuerzo botamos al agua cinco kayaks y una canoa, nos ajustamos como pudimos los chalecos salvavidas, escuchamos con atención algunas, muy necesarias instrucciones e iniciamos el recorrido de dos de las cinco lagunas unidas que conforman la aguada de Chuiná. Este cuerpo de agua mide aproximadamente dos kilómetros de largo por unos doscientos metros de ancho, en su parte más profunda rebasa los setenta metros y está rebosante de especies acuáticas.


La actividad resultó lo más relajante posible, los kayaks se deslizaban suavemente por la superficie de la aguada, los remos al chocar con el agua producían un sonido ligero y conciliador, navegamos por debajo de un puente colgante y bordeamos la ribera, el kayak siempre estuvo acompañado por un sinfín de pececillos.


Cuando la noche se acercaba levantamos las tiendas de campaña, encendimos una fogata para asar carnes y revisamos el programa de actividades para el día siguiente, el cual inicialmente consistía en la exploración de una caverna situada a unos 3 kilómetros selva adentro, pero que finalmente, por dificultades en el traslado, tuvimos que sustituir por la visita a unos cenotes.


Cerca de la medianoche, el campamento se sumergió en el silencio apenas interrumpido por los sonidos de algunas aves nocturnas, grillos y chicharras que ofrecían sus cantos a la noche. Todo lo demás era tranquilidad y cansancio.


El balance del primer día de exploración fue positivo, realizamos actividades que nos eran desconocidas, visitamos lugares nuevos y tuvimos la experiencia solidaria del trabajo de equipo, la cual contribuye a fortalecer las relaciones humanas y genera una perspectiva distinta de lo que significa ser amigos. Todo ello, sumado a la convivencia, la diversión y a los conocimientos medioambientales adquiridos.

martes, 16 de junio de 2009

28. La dinámica juvenil

Publicado el 16 de junio de 2009


A Mildred Isabel


Si, es verdad, la juventud es para disfrutarse, para gozar y reír mucho. Y eso fue precisamente lo que yo hice durante todos esos años en que estuve al servicio de la comunidad en el grupo de dinámicas juveniles de San Román. Tal vez alguien piense que pasársela en la iglesia es igual a desperdiciar el tiempo valioso de mocedad, pero les aseguro que nunca fue así.


Tengo la dicha de tener muchos amigos, se dividen en varios grupos: los de por la casa, los de la secundaria, los de la iglesia, los del trabajo y los demás (en este último grupo caen los no clasificados pero no por ello menos apreciados).


En ocasiones escucho a los demás relatar sus anécdotas de cuándo jóvenes: aventuras con bellas mujeres, fiestas interminables, escapadas de días enteros, experiencias casuales con algún tipo de enervantes o combates a puños. Para ellos (y tal vez para muchos) eso era disfrutar la juventud. Les aseguro que yo nunca tuve aventuras de ese tipo y sin embargo, disfruté mucho de mis años jóvenes.


La verdad es que apenas cumplía los 18 años cuando recibí una invitación que cambió muchos aspectos de mi vida y mi opinión con respecto a numerosos temas. Eran los últimos días del año 1982 cuando, a pesar de algunas críticas y opiniones encontradas por parte de algunos amigos, decidí ingresar a la primera dinámica juvenil que se realizaba en Campeche.


La dinámica juvenil, promovida por el presbítero Sergio Hernández Méndez, en ese entonces párroco de la Iglesia de San Román, he impartida por jóvenes provenientes de Tulancingo, Hidalgo, era un retiro en el cual los jóvenes analizaban su situación personal, familiar y social; sus vínculos con Dios y con la iglesia y se comprometían a desempeñar alguna función social y altruista dentro de la comunidad.


Como resultado de las distintas actividades programadas para el adecuado desempeño de la dinámica, se producía un cambio en la forma de pensar, sentir y actuar del joven (variable en profundidad dependiendo de su particular contexto familiar y social). En muchos casos, esa conversión se prolongó hasta estos días.


Posteriormente a mi egreso de la dinámica, tuve la oportunidad de formar parte del equipo que se haría cargo de organizar e impartir las dinámicas en Campeche. A partir de ahí, y hasta la modificación en mi estado civil, dediqué muchos de mis esfuerzos a las dinámicas y a labores comunitarias.


Lo anterior matizó mi juventud de experiencias enriquecedoras y de gratas, inolvidables y sanas vivencias; Y mientras la mayoría de los jóvenes de esa época andaban en fiestas y aventuras, yo y los dinámicos nos divertíamos organizando actividades para recabar fondos, preparando temas y materiales de apoyo o impartiendo alguna de las doce dinámicas juveniles en que participé como miembro de los equipos interno y externo.


Las experiencias compartidas en el esfuerzo común por sacar adelante cada una de las dinámicas, las alegrías, las tristezas y los regaños y consejos de la hermana Angelina, hicieron que los dinámicos creciéramos juntos y nos volviésemos amigos hasta el presente. Nos frecuentamos, recordamos esos tiempos y esa alegría y juntos participamos cordialmente en nuestras nuevas y actuales realidades.


La opinión general de los que intervenimos en esa experiencia, es que la dinámica juvenil le dio un sentido a nuestras vidas, una dirección a nuestros jóvenes propósitos y nos encauzó hacia la realización de actividades edificantes y de gran contenido humano y religioso. Al mismo tiempo, nos mantuvo al margen de escenarios que podrían haber afectado nuestro crecimiento personal y social.


Y no es exagerado señalar que en el servicio comprometido a la comunidad y en la experiencia cristiana, así como en el trabajo de equipo y la búsqueda de las estrategias de motivación y comunicación que nos permitieron organizar las dinámicas, encontramos los elementos necesarios que, aunados a la base familiar, nos permitió forjar nuestra vida futura y nuestro desempeño profesional actual.


Sé que aún hoy, a casi 27 años de impartida la primera dinámica juvenil, existe un grupo de jóvenes que continua con esa labor. He visto a algunos de esos muchachos portando orgullosos su Maran-atha, el dije distintivo de las dinámicas. He querido detener a alguno de ellos y platicar estas experiencias, pero el tráfico y las prisas me lo han impedido.

Sin embargo, desde esta tribuna, les envío un cordial saludo y mi particular exhorto a continuar con esa noble labor que nutre a la iglesia y llena de luz a muchos jóvenes. Insistan sin descanso en hacer realidad los viejos pero siempre vigentes propósitos de la dinámica juvenil; porque al hacerlo estarán dándole sentido a los mejores años de su juventud y participando activamente en la construcción de un mundo mejor.

domingo, 7 de junio de 2009

27. Intégrate a la naturaleza

Publicado el 3 de junio de 2009


Alguien alguna vez me aconsejó “trata de integrarte a la naturaleza”. En ese momento no le di mucha importancia a esa recomendación, pero por alguna extraña razón nunca la olvidé y desde entonces he intentado seguir ese principio, no conocía los caminos para lograrlo, pero gradualmente fui entendiendo y comprendiendo.

En esos tiempos jóvenes yo me sentía más apegado a la tecnología que a la naturaleza; para mí era de mayor importancia contar con una televisión, un teléfono y un buen automóvil que hacer algo por los ríos, el campo y los árboles; por otro lado los animales nunca me gustaron mucho. Sin embargo algo en mi mente hizo que esa idea de integrarme a mi hábitat resultase significativa para mí, por lo que me pareció inevitable intentarlo.

Debo esclarecer que el consejo vino sin su correspondiente instructivo de operación, es decir, no me explicaron cómo realizar los quehaceres que me permitieran lograrlo, cuáles debían ser las condiciones ambientales óptimas, cuándo debía intentarlo y hacía dónde debía mover mi ánimo para conseguirlo más fácil y rápidamente.

Entendía que el asunto se relacionaba con la tarea de armonizar con ella, compenetrarse de sus leyes y vivir de acuerdo con éstas; asimismo, se vinculaba de manera estrecha con la realización de acciones que evitaran la contaminación y la destrucción del medio ambiente y que a su vez, fomentaran la preservación de los recursos naturales y las numerosas especies que habitan en él.

Por otra parte me queda muy en claro de que mi cuerpo está hecho con los mismos elementos naturales de que están construidos los árboles y la hierba, los pájaros y los demás animales. Todos estamos conformados por el mismo tipo de átomos y moléculas, dado que la esencia es la misma, no debía tener problemas para armonizar. Sin embargo no lo conseguía.

Para complicar un poco las cosas, yo no quería limitarme exclusivamente a la práctica de acciones tan concretas como no tirar basura, sembrar arbolitos, reciclar, evitar aerosoles y cosas como esas. Yo quería una integración más plena, más estrecha, más espiritual. Entonces empecé a tratar de ajustar la velocidad con que respiro al ritmo en que llegan las olas a la orilla de la playa. No funcionó.

Más tarde conocí algunas formas orientales de pensar y vivir; el Feng shui trata de cómo reacondicionar y decorar tu entorno para permitir que la energía fluya naturalmente y beneficiarse de ello. Eso me pareció muy bueno y adopté algunos elementos y adapté otros.

Tao es el nombre que se da al orden natural, su objetivo es enseñar al hombre a integrarse en la naturaleza y fluir en ella, a constituirse en sí mismo en concordancia y armonía con el medio natural. Incluí algunas enseñanzas a mi vida sin embargo la mayoría de sus métodos me parecieron muy radicales (de seguirlas textualmente terminaría convertido en ermitaño).

Opté por permitirme acercamientos importantes con la naturaleza para tratar de que ese contacto me ayude a experimentar en carne propia los ritmos naturales. Acudí con más frecuencia al mar y al campo y trataba de escuchar algo, de percibir alguna señal, de captar algún impulso que me permitiera saber que estaba concordando con el medio ambiente, que por fin podía sentirme parte integral de él.

Finalmente fui entendiendo, armonizar con la naturaleza no implica recibir señales sobrenaturales ni tiene relación con impulsos metafísicos sobrecogedores o cosas de ese tipo. Integrarse al medio ambiente tiene que ver con encontrar el lugar que como seres vivos ocupamos en el conjunto de las cosas naturales.

Ese lugar es el de reconocernos parte de ella y aplicar las habilidades propias de nuestra especie en su favor, nuestro lugar es el de pensar y poder realizar las cosas que un árbol, una piedra, el mar o un animal no pueden hacer. A los seres humanos nos corresponde ponernos de acuerdo con la naturaleza, apoyarla y responsabilizarnos para no quebrantar su equilibrio.

Hasta que reconozcamos nuestro lugar y lo ocupemos gustosos y conformes, cuando permitamos que la naturaleza fluya espontáneamente y no interfiramos en su curso natural será entonces que empezaremos a sentirnos en comunión con la naturaleza; ni distintos ni iguales, ni mejores ni peores. Parte de ella.

Entonces dejaremos de sentirnos extraños y ajenos a las cosas naturales, nos encontraremos, nos reconoceremos y nos reintegraremos a ella y comenzaremos a armonizar, a sentir su cadencia en nuestro interior y a disfrutar de ella. Yo creo que ese es el camino correcto para favorecerla y preservarla y para lograr que este planeta siga girando plácidamente en torno al sol.

26. Quiero ser libre

Publicado el 21 de mayo de 2009



“Quiero ser un hombre libre”. Esa fue su declaración, esa fue su súplica, su agonía y su esperanza. En un principio no entendí. Seguí caminando, tratando de ignorar ese solitario grito. No pude, en mi mente seguía resonando.

Fue una tarde, el sol apenas terminaba de ocultarse, el malecón estaba solitario, acababa de llover y eso alejó a quienes a diario se ejercitan en ese lugar. A todos menos a mí y a una pareja que hablaba en uno de los parques. En un momento determinado, uno de ellos se dirigió a la baranda del malecón, se trepó en ella y de cara al horizonte gritó a todo pulmón: “Quiero ser un hombre libre”.

Es verdad, lo primero que pensé es que se trataba de un loco, uno de esos despistados que tratan de llamar la atención. El segundo pensamiento tiene que ver con el exceso en el consumo de enervantes y el abuso en las bebidas espirituosas. Lo miré más detenidamente, a él y a la persona que lo acompañaba. No, no están locos, no quieren llamar la atención de nadie ni usan cosas raras. ¿Entonces?

Evidentemente, la persona que gritó era un hombre libre. No tenía cadenas, no estaba atado. No estaba encerrado. Era tan libre que podía pararse en el malecón y gritar a los cuatro vientos. Nadie lo limitó, nada se lo impidió, no fue reprimido ni amonestado. Estaba haciendo uso de su libertad para proclamar su deseo de libertad. Eso me pareció paradójico en principio, absurdo después, profundo finalmente
¿Por qué un hombre libre no puede ser verdaderamente libre? ¿Qué se lo impide? ¿Dónde están las cadenas que yo no veía pero que indudablemente lo estaban sujetando? ¿Qué tan libres era? ¿Qué tan libres somos todos?

La libertad es uno de los dones más preciados por los hombres, no hay nada que se le compare, por ella muchos lucharon y murieron. Afortunadamente hoy, todos nacemos libres y podemos permanecer en ese estado. Desafortunadamente, a lo largo de nuestra vida, muchos podemos extraviar el rumbo, y junto con él, perder las condiciones que nos hacer ser libres.

En algunas ocasiones, resolvemos caminar por sendas obscuras de la vida, avanzamos a veces lentamente, por ratos muy aprisa, y cuando menos lo esperamos, estamos sumergidos en la cárcel de la drogadicción, el alcoholismo o de cualquier otro vicio. Ya no podemos decidir por nosotros mismos, algo más maneja nuestras decisiones, nuestros pensamientos, nuestra actuación.

Durante el lapso de nuestra existencia, solemos transitar por situaciones muy espinosas que van dejando huellas indelebles en el espacio de nuestras emociones. Muchas veces no somos capaces de superar esos trances y nos hacemos esclavos de los sentimientos negativos que se generan.
Nos atrapa el dolor, tristeza, angustia, depresión, resentimientos, insatisfacciones, rencores, odios, pasiones insanas y otras impresiones que nos mantienen cautivos y no impiden tener bienestar en nuestras vidas.

Reconocer nuestra condición de dependencia, darnos cuenta que estamos atrapados en situaciones esclavizantes, que le hemos puestos rejas invisibles pero determinantes a nuestras vidas, es el primer paso para escapar de esa prisión intangible.

Manifestar nuestra voluntad y empeño por ser libres, se establece como el reto inspirador que debe motivarnos a abandonar formas de vida que imposibilitan nuestra capacidad de ser felices y hacer felices a las personas que amamos.

Gritar desenfadadamente al mundo nuestra necesidad irremediable, nuestro anhelo apremiante de libertad, representa el compromiso auténtico de producir un cambio radical en nuestras vidas, una transformación completa en nuestras formas de pensar, sentir y actuar que nos conduzca a nuevos y más grandes horizontes de realización humana.

Hoy, quiero acompañar mi voz a ese grito liberador, a ese alarido cargado de esperanzas, sueños y deseos; a esa voluntad indomable de explorar plenamente la libertad, de ejercerla jubilosamente y disfrutarla en plenitud. Hoy, yo también proclamo al mundo: ¡Quiero ser un hombre libre!

25. Ordena tu cuarto

Publicado el 16 de mayo de 2009


“¿Porque se meten? Es mi cuarto, es mi vida” –Esas fueron las palabras concisas y solemnes que uso Andrea para relacionar dos premisas aparentemente sin correspondencia alguna: una exhortación a ordenar su cuarto es igual a una intervención al derecho natural e inalienable de administrar, dirigir y determinar su propia vida.
Esta forma extraña e ilógica de razonar de mi hija (que parece habitual en el conjunto de demandas de la mayoría de los adolescentes) responde a la natural exigencia de determinar las fronteras de su individualidad, de sus espacios personales, de su hábitat. El territorio sobre el que ella establece políticas y normas que son claras, precisas y muy bien definidas solo desde su propia perspectiva.
Esto la conduce a decretar que cualquier intento de intromisión o injerencia en sus asuntos será tomado como una invasión a su soberanía y ameritará una nota diplomática inicialmente; si la situación continua, entonces se decretará el estado de emergencia y la correspondiente declaración de guerra a la entidad que sea, llámese padre, madre o hermanos.
Yo también tengo una forma extraña e ilógica de razonar, yo creo que un cuarto ordenado en la adolescencia puede conducir a una vida ordenada en la adultez. El origen y la relación entre estas dos aseveraciones tienen que ver con la concepción de los valores relacionados con el orden y la disciplina y la formación de los hábitos correspondientes.
Para mantener en orden un cuarto es preciso asignar a cada cosa un lugar y posteriormente, poner cada cosa en su lugar, si esta acción es aceptada por el joven y es perseverante en ella, cuidadoso de las normas y respetuoso del orden establecido (incluso por él mismo) habrá adquirido el valor disciplina; este valor conducirá su actuación a lo largo de su vida.
Un joven disciplinado hace siempre lo que debe hacer, cumple con las normas instituidas para su vida, sus relaciones, familia, trabajo y para la sociedad en general. La disciplina es indispensable para que el joven opte con persistencia por el mejor camino, por el que le dicte una conciencia bien formada que sabe reconocer y distinguir lo que es bueno de lo que es malo.
Insistir en los jóvenes para que ordenen su cuarto y sus pertenencias, su forma de vestir y de hablar, lleva un trasfondo de preocupación y una súplica para que inicien, de la mejor forma posible, el proceso de ordenar sus pensamientos, sus ideas, su vida; para que establezcan las bases y decidan las prioridades que darán sustento y soporte a su actuación futura y que los hará perseverar hasta alcanzar sus objetivos mas caros.
Por otra parte, es verdad, los padres no debemos tratar de dirigir la vida de nuestros hijos, pero también es cierto que no podemos ser simples espectadores y permitir que la vida de los chicos se precipite al desfiladero. Siempre hay que estar pendientes y repetirles tantas veces como sea necesario: ordena tu cuarto, ordena tu vida.

24.¿Porqué no ser amables?


Publicado el 10 de mayo de 2009



Mayra llevaba más de 30 minutos de espera para pagar en el supermercado, de pronto un individuo y su esposa, sin previo aviso, se introdujeron en la fila, justo delante de ella. Al reclamo correspondiente, ambos respondieron con absoluta falta de amabilidad, para decirlo en forma literal, contestaron con grosería y desvergüenza. Mayra fue prudente y para no exponerse a una agresión física, terminó por ceder a la descortesía, pero en su mente surgió una interrogante definitiva: ¿Por qué no ser amables?

Lo expuesto en el párrafo anterior es un hecho real, sucedió hace algunos días en un conocido supermercado de la ciudad, el hombre en cuestión y su esposa demostraron en forma descarada, su absoluto desprecio por las normas elementales de amabilidad y respeto. Lo realmente preocupantes, es que este hecho no es aislado, si ponemos atención al comportamiento diario de las personas (incluso en nuestra propia conducta) descubriremos que la amabilidad es un valor que desgraciadamente está a la baja.
En su concepción original, amable significa “digno de ser amado”, en la Roma antigua se consideraba amable a la persona que se comportaba de un modo tal que inducía a los demás a que lo amen. Nuestra amabilidad, la que practicamos hoy día, se alejó del rumbo de los sentimientos y se implantó en el terreno de las actitudes, de las formas y el respeto a las normas de conducta.

Ya establecida en este ámbito, la amabilidad se constituye como un modo habitual de ser y comportarse, como la forma de prodigarse a los demás afectuosa y complacientemente. Su finalidad principal es mover la conducta de las personas para que nos respondan de la misma forma y por lo general, si somos afables con las personas, ellos nos retribuirán con cortesía.

Viendo las cosas de esta particular óptica, ser amables facilita la vida, hace que se abran muchas puertas, permite la convivencia armónica, propicia la oferta de oportunidades, genera el reconocimiento, los favores y la gratitud de los demás. Una persona amable es bienvenida en cualquier lugar.

Las bases que darán como resultado el establecimiento de la amabilidad como norma de conducta y valor socialmente aceptado deben surgir necesariamente en el hogar y continuar en la escuela; son los padres y maestros los responsables de introducir a los hijos en el respeto a la dignidad humana y a los derechos de las personas que están en su entorno, en la consideración a las necesidades y la atención y el reconocimiento que merecen los que nos prestan un servicio.

Y por supuesto, si un niño no tiene la guía adecuada que lo introduzca en el mundo de la cortesía, civilidad y la generosidad, será muy difícil que al convertirse en adulto pueda comportarse de acuerdo con las pautas que rigen el arte de ser amable; esto explica el porqué algunas personas actúan como verdaderos groseros, auténticos patanes, genuinos malcriados y legítimos mentecatos, por supuesto que nadie quiere tener tratos con personas de esta triste categoría.

Por el contrario, una persona amable, cuidadosa de las formas, atenta y considerada con las personas es querida y respetada por todos, apreciada a cabalidad y bienvenida en cualquier lugar, esto último se convierte inmediatamente en un importante atributo personal.

Por ello debemos derrochar amabilidad, ser cordiales, tratables y accesibles con todo el mundo, empezando con la familia, amigos y vecinos, con las personas que nos brindan cualquier tipo de servicio, los desconocidos con quienes a veces tropezamos, los conductores de otros vehículos, las personas mayores, todo el que se cruza en nuestro camino merece nuestro trato agradable, cálido y afectuoso. Eso es lo justo y correcto.

Debemos aprovechar las ventajas del buen trato y los buenos modales, debemos hacer grato el día a los que nos rodean, volver a ser una comunidad amable y acogedora, cálida y placentera (esto pasa por las actitudes, las palabras y las sonrisas). La meta deberá ser, a partir de hoy, contagiarnos de amabilidad y construir entornos mucho más agradable para todos.

Tal vez nunca sabremos el nombre del individuo del supermercado con el que se topó Mayra ni las causas que motivaron su negativa conducta, pero lo cierto es que si hubiese solicitado amablemente le cedieran el lugar en la fila se lo hubiesen facilitado. Total, sólo estaba comprando 6 productos.

23. Ten cuidado con el corazón

Publicado el 19 de abril de 2009


Con las arterias, el colesterol y todo lo demás, un descuido y puede ser fatal ¡Alerta! … Cierto, la canción va por otros caminos, pero creo que vale la pena el cambio en la letra, sobre todo si se toma en cuenta que cada 3 minutos muere un mexicano a causa de enfermedades cardiovasculares y, dado que a cualquiera de nosotros nos puede dar un infarto, más vale prevenir que lamentar.

Las cifras que ofrece el Instituto Mexicano del Seguro Social son verdaderamente alarmantes, tan solo el año pasado se registraron en el país más de 162 mil muertes por infarto al miocardio, angina de pecho, ateroesclerosis y/o evento vascular cerebral, lo que convierte a este tipo de padecimientos en la primera causa de muerte en México; a esto hay que añadir que existen 18.5 millones de hipertensos y casi 16 millones de personas con niveles altos de colesterol.
Pero los datos que estremecen no se detienen ahí, para nada, comúnmente se piensa que los problemas cardiovasculares son complicaciones que solo aquejan a los adultos mayores, sin embargo el 10 por ciento de los pacientes que llegan a los hospitales aquejados por estos males tienen menos de 45 años y se espera que la curva de riesgo continúe descendiendo. Ante tal situación conviene reflexionar acerca de estas enfermedades y los métodos existentes para prevenirlas.

En primera instancia, es preciso señalar que la mayoría de las enfermedades cardiovasculares tienen como común denominador la ateroesclerosis, esto se refiere al proceso a través del cual las grasas y el colesterol se acumulan en las paredes interiores de las arterias. Estos depósitos estrechan los vasos sanguíneos llegando incluso a cerrarlos, cuando esto sucede la sangre y el oxigeno no son suministrados a las células y tejidos cercanos, lo que resulta en el daño a esa parte del cuerpo. Si este bloqueo ocurre en una arteria del corazón el resultado es un ataque cardíaco, si acontece en una arteria que irriga al cerebro deriva en un accidente cerebrovascular.

La buena noticia es que todos, incluyendo a quienes tienen antecedentes familiares de enfermedades del corazón, pueden reducir los riesgos de un infarto y aumentar las oportunidades de tener una vida larga y saludable. En este sentido, la Asociación Americana del Corazón, ha establecido una serie de recomendaciones prácticas y fáciles que espera puedan ser seguidos por la población en general para la prevención de las enfermedades cardiovasculares, vamos a repasarlas:

Inicialmente se requiere llevar una vida activa, todos los adultos debemos acumular 30 minutos de actividad física diariamente, pero si lo que se pretende es perder peso la inversión de tiempo debe aumentar hasta 60 minutos. Esto último tiene especial importancia dado que los kilos de más son enemigos del corazón, sobre todo si éstos se localizan en el área abdominal, por lo cual se recomienda vigilar y controlar el peso y la medida de la cintura, la cual no debe exceder de 80 centímetros en las mujeres y de 94 en los hombres.

Por otra parte, evitar el consumo de tabaco dado que esto está directamente relacionado con un aumento en las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares (sobre todo si va unido a otros factores de riesgo como la obesidad) además el tabaco representa por sí mismo, un foco permanente de riesgo por el daño que ocasiona a la sangre y a las arterias.

Es conveniente mantener la tensión arterial por debajo de los 120/80, los niveles tensionales pueden modificarse con la dieta, la actividad física y factores psicosociales adecuados. Bajar la ingesta de sal, aumentar el consumo de potasio (plátanos, aguacate, naranjas) reducir calorías (refrescos embotellados, quesos, harinas) y moderar el consumo de alcohol (uno o dos vasos de vino al día) pueden contribuir a mantener la tensión en los parámetros adecuados.

La siguiente recomendación va en el sentido de vigilar los niveles de colesterol, triglicéridos y glucemia. Los dos primeros factores se controlan al reducir de la dieta las grasas saturadas (grasas en estado sólido a temperatura ambiente como el tocino y la manteca). La glucemia o nivel de azúcar en la sangre se controla con una dieta pobre en grasas y rica en legumbres, fruta, verduras y fibra y con la realización regular de ejercicio físico, el cual mejora la circulación, favorece el funcionamiento óptimo del corazón y flexibiliza las arterias.

Es preciso tener en cuenta que el estrés continuo y las situaciones de ansiedad y angustia maltratan al corazón y pueden contribuir a su mal funcionamiento, por tanto es necesario aprender a relajarse y a tomarse la vida con una filosofía positiva y relajada.

Finalmente, es necesario realizarse revisiones médicas periódicas (control de la presión y bioquímica sanguínea) sobre todo a partir de los 45 años y principalmente si se tiene antecedentes familiares de riesgo cardiovascular; es muy importante escuchar los avisos del corazón, estar atento a síntomas como: dolor en el pecho, fatiga, vómito, mareo y sudoración, ante estas señales pida que le lleven al hospital lo antes posible.

Es primordial señalar que por cada factor de riesgo que se elimine, aumenta la posibilidad de evitar una enfermedad cardiovascular, el tiempo apremia, no cabe lugar para demoras, cuanto antes se empiece las acciones de protección será mejor para el corazón y las arterias.

Existen muchas personas que presumen ser de “corazón joven”, sin embargo en la mayoría de las ocasiones esa condición solo queda en las palabras y en la intensión dado que son pocos los que realmente se esfuerzan por mantenerlo joven y sobre todo, sano. La realidad no deja lugar a especulaciones, ahora es el momento para dejar de preocuparnos y empezar a ocuparnos en la salud del corazón. Hazlo por ti, por tu familia.

22 Aprendamos a escuchar

Publicado el 13 de abril de 2009


¿Y a usted, cuántas personas le escuchan? Haga un recuento, piense bien ¿Verdad que muy pocas? Ese es uno de los principales problemas que afectan al ámbito de las relaciones humanas, no nos estamos comunicando eficazmente y esto se debe en gran parte a que no sabemos escuchar.
La mayoría de las personas en el mundo nacemos con la capacidad de oír y por tanto nos pasamos la vida oyendo mil cosas, pensamos que con eso es suficiente. No, definitivamente no lo es, tenemos que desarrollar la capacitad de escuchar. Oír y escuchar son actividades distintas, oír es simplemente percibir vibraciones de sonido, escuchar es entender, comprender y dar sentido a lo que se oye.

Oír es un acto involuntario, estoy escribiendo y a pesar de que quiero fijar mi atención en lo que escribo, no puedo evitar oír a los coches que pasan, las cortinas que se mueven con el viento, algún pájaro que canta y un perro que ladra. Escuchar requiere de un cierto grado de aprendizaje y de la voluntad para desarrollar esa necesaria habilidad.

Escuchar se refiere a atender completamente lo que la otra persona está expresando, esto implica que debemos tener en cuenta los sentimientos, ideas o pensamientos que envuelven a las palabras y que también forman parte del mensaje que se está comunicando. Esto complica un poco las cosas porque las emociones en la mayoría de los casos, no se expresan con palabras.

De hecho, solo el 7 por ciento de la comunicación se manifiesta en forma oral, el 93 por ciento restante es lo que estamos comunicando con nuestra actitud, con la particular manera en que a veces hablamos, el volumen y tono de la voz, los movimientos de las manos y del cuerpo, con gestos cargados de emotividad, con ademanes y símbolos que ya todos entendemos.

Existen algunas sugerencias que pueden facilitar el proceso de aprender a escuchar en forma eficaz, en primera instancia debemos mantener contacto visual, esto nos permitirá reconocer y evaluar la expresión facial y el lenguaje corporal, por otra parte nuestra expresión debe darle a entender a la otra persona que estamos sinceramente interesados en lo que nos está diciendo. Es sumamente importante no interrumpir al que nos habla, debemos superar esa tentación, ya nos tocará el turno de hablar.

Es preciso verificar si entendimos lo que nos han comunicado, a esto se le llama parafrasear, por ejemplo: “lo que me estás tratando de decir es…..” si la otra persona dice si, perfecto. Si dice no, seguramente aclarará su dicho. En este punto también podemos realizar preguntas abiertas que inviten a que nos den mayor información, recuerde que entre más información tengamos podremos comprender mejor el mensaje.

No hay que distraerse ni perder la calma, se recomienda no juzgar ni ofrecer ayuda o soluciones prematuras, evitar frases como “eso no es nada, a mi me fue peor”, “No te preocupes por esa tontería”; no debemos contar nuestras historias cuando el que está frente a nosotros necesita hablar y ser escuchado. Finalmente, para ser un buen escucha debemos dejar de hablar, no se puede hablar y escuchar al mismo tiempo.

Escuchar es una actividad necesaria e importante, lamentablemente no nos entrenan para desarrollar esta substancial destreza. En este sentido, como en cualquier otra habilidad se requiere practicar, hay que intentarlo muchas veces hasta que logremos dominarla y convertirla en un hábito, los resultados siempre serán positivos para todos.

Escuchar eficazmente permite conocer a las personas, entrar al espacio de sus necesidades y motivaciones, conocer sus sentimientos, creencias, valores y opiniones, entender los orígenes de su conducta y finalmente, obtener su confianza y ganar su apoyo, amistad y respeto.La próxima ocasión que alguien quiera hablar con usted, póngase cómodo, dispuesto, atento. Sea generoso y paciente, dispóngase a escuchar de manera eficaz, concéntrese, se sorprenderá de lo que podrá escuchar y descubrir.

21. Esas personas malhumoradas

Publicado el 10 de abril de 2009


Seguramente los ha visto o se ha topado con alguno de ellos, son los malhumorados, es fácil reconocerlos ya que les gusta hacerles la vida pesada a todos. Lo cierto es que el mal humor parece ser una característica de los tiempos actuales, pero es posible cambiar de actitud y con ello encontrar las alternativas de vida que conduzcan a una vida más placentera.

No es difícil distinguir a las personas con mal humor porque siempre y en forma invariable, llevan el gesto fruncido, las cejas encontradas, los ojos hundidos, surcos al lado de la boca; cuando hablan en vez de voz se escucha una especie de ladrido desagradable. Cuando caminan lo hacen rápidamente y en forma atropellada, manotean al expresarse e invariablemente se quejan de todo y de todos.

Lo peor del caso es que andan por todos lados, seguramente los ha escuchado vociferando insultos y ofensas mientras dura la luz roja del semáforo, caminando hoscamente por los pasillos de la oficina; se habrá topado con ellos en el mercado, en el camión o en alguna ventanilla de atención al público y, en el peor de los casos, viviendo y durmiendo a su lado.

De hecho, nadie quiere tropezarse ni tener que tratar con esa gente amargosa, inconforme, desagradable y obscura; tal vez podríamos hacer un sobrehumano esfuerzo para tratar de entender sus motivaciones: tuvieron un día espantoso, siempre han vivido con mala suerte, la vida ha sido infame con ellos, traen el santo de espaldas, nacieron desangelados, la crisis lo ha golpeado más que a cualquiera, tienen el peor y más perverso de los jefes o los más ineptos subordinados del mundo, la más insoportable pareja, los hijos más abominables que se puedan imaginar, etcétera, etcétera.

Pueden ocurrírsele mil motivos más para justificar la sangre pesada de esas personas, incluso muchas de sus razones pueden ser perfectamente válidas para expresar enfado, desgano y fastidio. Lo que no se justifica es que permanezcan y hagan de ese estado de ánimo, una forma de existir y que esa manera gris y grosera de vivir dañe las sanas relaciones con familiares, vecinos, amigos y demás personas que por infortunio nos cruzamos en sus lúgubres, tétricos y retorcidos caminos.

A todas esas personas que siempre andan malhumoradas les pido un enorme favor: cálmense, tranquilos, aplacados, bájenle, modérense, no hay que ser o seguir siendo. Ya párenle, que les cuesta. Háganse a ustedes mismos y a nosotros la vida más amable. ¿Para qué continuar con lo mismo si cuesta más trabajo enojarse que sonreír?

Ya no se exalten, siempre hay remedio para todo, nada más dense un poco de tiempo para pensar detenidamente y las soluciones llegarán, se los aseguro. Les recomiendo practicar la serenidad, esto los ayudará a mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas.

El mal humor es una actitud antisocial que además perjudica la salud. ¿Sabían ustedes que las personas con mal carácter son más propensas a desarrollar un accidente cerebro vascular? Esa es la conclusión a la que llegó un equipo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta. Por otra parte, los enojones suelen contraer tanto los músculos que pueden llegar a padecer dolores musculares, fibromialgia e incluso esguinces y torceduras, además de migraña, retortijones intestinales y flatulencias.

Es importante que se reconozcan a si mismos como unos gruñones consuetudinarios, a partir de ahí, hablen con sus familiares y amigos, pídanles les ayuden a controlar su desatinado carácter, ellos pueden tener buenas ideas y ofrecerles excelentes consejos para desactivar los arranques de cólera cuando estos surjan. No se aíslen ni se encierren en sí mismos, busquen los caminos que les lleven a componer su grotesca forma de ser.

Si bien es cierto no hay claves exactas para combatir o controlar el mal humor, existen algunos métodos que les pueden ayudar: cuenten hasta diez (mejor hasta cincuenta) hagan cualquier cosa que les ayude, tal vez apretar una pelota antiestrés o respirar profundamente, lo primero canalizará la tensión, lo segundo oxigenará el cuerpo y ambas cosas les darán tiempo para procesar las emociones, reconocerlas y encontrar mejores respuestas conductuales.

Corran, caminen, monten bicicleta, naden, levanten pesas, bailen, hagan cualquier ejercicio pero que sea con regularidad, ya que esto hará que el cuerpo produzca beta-endorfinas, la hormona que controla el estrés y mejora el estado de ánimo.

Duerman en cantidad suficiente para tener un descanso pleno y completo, estar siempre cansado puede provocar irritabilidad. Coman bien, una dieta balanceada ayuda a desintoxicar la mente y el cuerpo y proporciona la energía suficiente para evitar que las tensiones se apoderen de su vida.

Hagan todo lo que esté a su alcance para controlar su cotidiano disgusto, dense cuenta que el permanecer en ese estado de ánimo daña sus relaciones personales y familiares, afectan su imagen y alejan de ustedes a propios y extraños. Recuerden que padres malhumorados crían hijos malhumorados y si en casa todos andan enojados, sulfurados, quejosos y explosivos tendremos como resultado un hogar sin armonía ni paz y por consiguiente una familia en vías de extinción.

Por otra parte, si usted es una persona con un magnífico carácter y con actitudes tranquilas y serenas, trate de ayudar a los enojones que conozca. Si ya lo intentó y no ha conseguido resultados positivos, apártese de ellos, no permita que le contagien su amargura, antipatía, acidez, hostilidad y malas vibras. Déjelos que se alejen vertiendo su toxicidad por otro lado.

La vida es simple y sencilla, vivámosla así, siendo amables, pacientes y tolerantes con todos, manteniendo la sonrisa, el gesto alegre, la palabra cordial, el trato afectuoso. Seguramente esta actitud redituará en grandes y merecidas recompensas sociales y emocionales y lo más importante, le estará haciendo la vida grata y feliz a su familia, a sus amigos y a todos los que tengamos la fortuna de encontrarnos con usted.

lunes, 1 de junio de 2009

20. Inteligencia emocional II

Publicado el 1 de abril de 2009



Se ha preguntado alguna vez ¿Por qué algunas personas logran vivir bien aunque no sean las más destacadas por su inteligencia? ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente termina siendo el más exitoso? ¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos, superar obstáculos, presiones y fracasos y ver las dificultades bajo una óptica distinta? Daniel Goleman dice que es porque esas personas han logrado desarrollar la inteligencia emocional.


La inteligencia emocional es el tema de actualidad dentro del mundo de las relaciones humanas, y es que, debemos reconocer que las emociones cercan nuestras vidas, las conducen y norman; piense por un momento y rápidamente se dará cuenta de que la mayoría de las decisiones están influidas o condicionadas por las emociones. ¿Compró su coche haciendo cálculos precisos de rentabilidad? ¿Eligió a su pareja porque objetivamente era la mejor opción?
En términos generales, la inteligencia emocional se define como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones en nosotros mismos y en nuestras relaciones; se trata de obtener resultados positivos en el manejo de nuestras emociones lo que con seguridad nos brindará mayores posibilidades de mejora personal y de éxito social.

Según Goleman, autor de esta teoría, el primer componente de la inteligencia emocional consiste en tener un conocimiento profundo de nuestras propias emociones y descubrir de qué manera nuestros estados de ánimo influyen y determinan nuestro comportamiento; en este punto se trata de observar cómo actuamos dependiendo de nuestros distintos y variables estados de ánimo para descubrir los orígenes de nuestra conducta.

Una vez que conocemos nuestras emociones, el siguiente paso es controlarlas, me refiero a que debemos tener dominio de nosotros mismos para no dejarnos arrastrar por los sentimientos y las emociones del momento. Al respecto Aristóteles dijo en alguna ocasión: Cualquiera puede ponerse furioso, eso es fácil; pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta, eso no es fácil.
En este punto ayudan muchos las técnicas de relajación y de respiración, evitar que nuestros pensamientos se desboquen y nos precipiten junto con ellos a acciones de cuales después podemos arrepentirnos.

El tercer elemento de la inteligencia emocional es la automotivación, se trata de fijarnos metas y dirigir nuestra conducta hacia el logro de esos fines, no detenernos ni sufrir tanto por los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva ante los contratiempos.

El reconocimiento de las emociones ajenas en fundamental, esto se debe a que las relaciones humanas se basan en saber interpretar las señales que los demás emiten de forma inconsciente y que a menudo son no verbales. El reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que se puede expresar por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala contestación, nos ayuda a entender a las personas de nuestro entorno y a establecer lazos más reales y estrechos con ellas.

Finalmente debemos poner en juego todo lo anterior para establecer relaciones interpersonales adecuadas con todas las personas que nos rodean; cualquiera puede darse cuenta de que una buena relación con los demás es una de las cosas más importantes y benéficas para nuestras vidas ya que pueden conducirnos hacia el éxito social y laboral. En este punto no se habla de tratar bien solamente a los que nos son simpáticos, a nuestra familia, amigos o jefes, se trata de establecer relaciones sanas y favorables con todo aquel que de alguna forma o de otra se cruce en nuestro camino.

Un adecuado desarrollo de la inteligencia emocional nos permitirá mantener la calma cuando todo sea un caos, nos protegerá de los raptos emocionales en los cuales nos desbordamos y actuamos sin pensar y tomamos decisiones que no siempre son las mejores; nos ayudará a establecer y mantener las relaciones sociales que nos conducirán al bienestar personal, familiar, laboral y social.

La inteligencia emocional es una forma de pensamiento, una sabiduría que implica darnos cuenta de cómo actuamos, cómo controlamos nuestra conducta para que actúe en nuestro favor y de qué manera nos estamos relacionando con nuestros semejantes. Significa ser firmes en el reconocimiento de nuestros derechos y el de los demás y poder tomar decisiones difíciles poniéndonos en los zapatos de otras personas.

Por otra parte, estamos hablando de una capacidad que todos podemos desarrollar, porque todos tenemos la capacidad de aprender de nuestras experiencias personales y profesionales y aprovechar ese aprendizaje en nuestra vida diaria. Aplicar la inteligencia emocional implica ser perseverantes en nuestros propósitos, saber sobreponernos a contratiempos, fracasos y decepciones, favorecer la comunicación y la convivencia, evitar conflictos y frustraciones, facilitar las relaciones humanas y encontrar, por todos los medios, los caminos que nos conduzcan hacia el bienestar y la felicidad, que finalmente, es el motivo principal por el que estamos en este planeta.

19. Inteligencia emocional



Publicado el 20 de marzo de 2009



¿Qué pasa? De nueva cuenta nos enteramos de una masacre perpetrada por un joven, ¿Será que este hecho es un signo de nuestros tiempos? ¿Una señal de alerta para corregir algo en la formación de nuestros jóvenes y mucho en nuestras sociedades? Los especialistas en el estudio de las relaciones humanas hablan de carencias importantes en la forma en que las personas se están interrelacionando, en virtud de ello, han desarrollado una corriente a la que llaman inteligencia emocional.

En esta ocasión sucedió en Alemania el pasado 11 de marzo, Tim Kretschner de 17 años, visitó su ex colegio por última vez y sin mencionar una sola palabra, se dirigió a tres aulas y comenzó a disparar en forma indiscriminada. Nueve alumnos murieron en el acto, tres maestras también sucumbieron a los balazos disparados por el asesino, ocho alumnas resultaron heridas y un adulto murió cuando el joven huyó del edificio. Posteriormente asesinó a dos personas más antes de ser abatido por la policía de la localidad.


Todavía nadie es capaz de encontrar una respuesta adecuada a una interrogante crucial: ¿Qué motivos puede tener un joven de 17 años, hijo de un empresario acomodado para realizar esta brutal acción? ¿Qué pasaba por su mente?


Si hacemos referencia a la conducta mostrada por el joven en el pasado y a la forma en que se relacionaba con las demás personas hallamos puntos contradictorios; por un lado varios alumnos del colegio, que habían conocido a Tim dijeron que no era ni bravucón, ni solitario o fracasado; se mostraba tranquilo y amistoso, incluso era agradable estar en su compañía.


Por otra parte, la prensa lo calificó como un muchacho aficionado a los videojuegos de contenido violento y señaló que había sido sometido a repetidos tratamientos por depresión y que se sentía rechazado por sus compañeros.


Seguramente en los próximos días surgirán nuevas versiones y nuevas explicaciones para el proceder de este joven, se especulará, se discutirá y se obtendrán algunas conclusiones; después se olvidarán del asunto hasta que dentro de algunos meses o años, otro joven cometa una acción similar, ¿Y mientras tanto que?


Si ánimos de sumar conclusiones, yo creo que este hecho tan concreto como brutal, ilustra de manera literal y precisa lo que sucede en una persona cuando no controla sus emociones en forma razonada, cuando se ciega y no puede pensar ante un secuestro emocional. Y precisamente eso, aplicar inteligencia a las emociones es la esencia de lo que Daniel Golemán llama inteligencia emocional, teoría dada a conocer en 1995 y que abrió todo un campo de investigación y una forma de pensamiento.


Goleman asegura que el ser humano tiene dos capacidades muy importantes: pensar y sentir. La primera se refiere a los pensamientos, las ideas, la razón. La segunda representa los sentimientos, las emociones. Estas dos capacidades funcionan al mismo tiempo y ejercen influencia una sobre otra. El desarrollo que tengamos en ambas capacidades va a dar como resultado el grado de equilibrio y bienestar que tengamos en nuestras vidas.


En este sentido, se afirma que un niño que demuestre su inteligencia en la escuela al obtener las mejores calificaciones no tiene asegurado el éxito en su vida laboral, relaciones afectivas y en general poder llevar una vida satisfactoria y plena. Puede llegar a ser un excelente cirujano y realizar operaciones muy complicadas y derrumbarse ante un divorcio o mostrarse incapaz de relacionarse adecuadamente con sus hijos.


Lo anterior da pauta para pensar que existe otro tipo de inteligencia, la que nos faculta para conducirnos correctamente en nuestras relaciones humanas y en todo a lo que se relaciona con las emociones y los sentimientos. Esa es la inteligencia emocional.


Sin embargo nuestras sociedades le han dado un especial fomento al desarrollo de los aspectos mentales dejando en segundo plano la educación y la expresión de los sentimientos y las emociones, a los niños incluso se les enseña a reprimir los sentimientos porque los hombres no lloran.


Ni en el seno de nuestras familias ni en las escuelas nos enseñan cómo ser buenos amigos y compañeros, cómo tener matrimonios exitosos, cómo desarrollar y cimentar familias unidas, cómo educar hijos felices; no nos enseñan a relacionarnos en forma adecuada con nosotros mismos para que podamos lidiar de la mejor manera posible con nuestros enfados, tristezas y fracasos.


En consecuencia tenemos sociedades con altos índices de problemáticas personales, con pérdida de valores, con hombres y mujeres que no le encuentran sentido a sus vidas ni a las vidas de los demás, con jóvenes incapaces de darle rumbo y dirección a sus existencias y que terminan atrapados en subculturas e influenciados por ideas, corrientes y tendencias ajenas a los valores aceptados por la humanidad.

En tanto se continúe dejando de lado la educación emocional continuaremos viendo crecer los índices de divorcios, violencia intrafamiliar, sexualidad en adolescentes, embarazos infantiles y otros problemas que son resultados de la incapacidad de las personas para relacionarse consigo mismas y con los demás. Y desgraciadamente, casos como el de Tim Kretschner continuaran ocupando espacios en las planas de los periódicos.

18. Que se acabó el carnaval

Publicado el 28 de febrero de 2009


A los antiguos cofrades de la sociedad
dipsómana melódica


Pues resulta que estaba muy entretenido con rollos carnavalescos y otras circunstancias de la vida. No está mal que me meta en esos andares. No, para nada; lo que sí está mal es que no me procure el espacio inevitable para sentarme a garrapatear sobre el teclado, eso sí que está muy mal.

Ante tal ausencia de letras, han surgido reclamos por aquí y por allá de parte de algunos amigos que aseguran extrañar esta columna llena de migajas, cenizas y desvelos; les aseguro que me ha colmado de alegría recibir sus requerimientos, mismos que me dotan de los ánimos precisos para continuar con esta tarea de empecinado escribidor.

Sin ningún ánimo de justificarme por la falta de apariciones de esta columnejilla, quiero aprovechar el espacio que se me prodiga para relatarles la circunstancia (que más que eso ha sido una ocurrencia o más aún, un atrevimiento) que se convirtió en la causa indirecta de mi transitoria lejanía.

Sin mayores preámbulos les diré que se trata de mi lastimosa participación en el grupo de los Alcohólicos Armónicos, de antemano les aseguro que no pudo ocurrirse un nombre más atinado y certero para calificar a este grupo de alegres amigos y compadres, todos relajados, ocurrentes y medio locos; todos enjundiosos (pero moderados) adoradores del buen vino, la música popular, la vida disipada, el tabledance y los bailoteos propios del carnaval.

Seguramente han oído hablar de este grupo y tal vez nos recuerden en algunas de nuestras participaciones carnestolendas, tal vez como luchadores, superhéroes o policías, como el grupo de escoceses que desfiló hace algunos años o como el alborotado grupo de toreros que el reciente sábado de bando transformó el malecón de Campeche en la plaza de toros más grande de México, en la que muchos de los matadores cortamos rabos sin recibir orejas, pero eso sí, cosechamos carretadas de aplausos por parte del tendido.

Es importante mencionar que los miembros de la antigua cofradía de alcohólicos armónicos nos trastornamos del cerebro a partir de que se han encendido las velas de difuntos en el mes de noviembre, entonces se perpetran secretas tertulias en escondidas tabernas a las que es imposible entrar si se desconoce el santo y seña. En esos sitios, tenuemente iluminados, los cofrades nos perdemos en elucubraciones y devaneos vergonzosos en un principio y finalmente, colmados de imaginación y creatividad.

Posterior al martes de carnaval, volvemos a convertirnos en gente decente; unos son profesionistas o ejecutivos destacados, algunos somos servidores públicos comprometidos y otros más, empresarios exitosos; por lo general todos se comportan como personas normales, salvo excepciones que no mencionaré.

El lapso que dura el jolgorio de carnaval nos impulsa a asistir a continuos y agotadores ensayos de dos a tres veces por semana, algunas de estas sesiones son tan intensas que se prolongan hasta altas horas de la madrugada y nos dejan completamente extenuados. Pero todo este sacrificio es siempre con el afán de ofrecer el mejor espectáculo a los asistentes al bando.

Y el esfuerzo ha dado frutos: en el año 2000 la presentación “Sólo para Mujeres” valió para el primer lugar en el concurso de grupos organizados. Este honroso lugar se nos volvió a otorgar en el 2005 con el “Show de los Pinochos” y en el 2008 con “Invasión Vikinga”. Hay por ahí tres segundos lugares: 1997 con “Pinos de Boliche”, 2001 “Escoceses” y 2006 “Panzón Jackson”.

Este 2009 se ajustaron 15 años de participación continua en el carnaval campechano, quisimos celebrarlo vistiendo el traje de luces y montando el espectáculo denominado “Sangre de Torero”; nos hubiese gustado ocupar los primeros lugares en el bando pero en esta ocasión, los reconocimientos fueron merecidamente para otros grupos. No importa, eso no nos desanima, de cualquier manera hicimos nuestro mejor esfuerzo y nos divertimos tal como lo teníamos planeado, al mismo tiempo nos sirve de acicate para encontrar nuevas ideas para desarrollar en el futuro.

A estas alturas del año, y antes de que terminara el martes de pintadera, los alcohólicos armónicos ya habíamos logrado, en el ejercicio pleno de la democracia, ponernos de acuerdo en el tema a desarrollar para el próximo carnaval. Discúlpenme pero no puedo revelarlo, un código de honor me lo impide. Pero pueden estar seguros de que no saldremos disfrazados de mujeres ni de animales ni de cosa alguna que ofenda al público o que nos denigre a nosotros mismos. Esa es una norma de grupo.
Hoy todo ha vuelto a la normalidad, pero es de particular justicia hacer una mención especial a los fundadores de este alegre grupúsculo, un reconocimiento a los actuales integrantes, todos grandes y entrañables amigos, mi sincero agradecimiento a la paciente maestra de baile, a la señora que confecciona los trajes, a familiares y colaboradores y a todos los que de alguna forma u otra han intervenido y apoyado para hacer que los alcohólicos armónicos conviertan su motivo de diversión en toda una tradición del carnaval de Campeche.

17. Previniendo la drogadicción

Publicado el 2 de febrero de 2009



En un mundo cada vez más enredado y descompuesto, es común que muchos jóvenes opten por el consumo de estupefacientes como un camino para evadir una realidad que no les resulta atractiva; es por tanto vital, necesario y urgente que los padres de familia sepamos reconocer las señales que indican que nuestros hijos están en zona de riesgo y que tomemos las medidas necesarias para evitar que caigan en el aciago mundo de las drogas.


La idea de abordar este delicado tema, surge de una nota informativa publicada en días pasados en este rotativo, en el cual se relata la historia de un padre de familia que, a fin de evitar que su joven hijo consuma drogas, detuvo y entregó a la policía al narco vendedor que pretendía surtir de enervantes al muchacho.
Es cierto, esa es una forma muy reconocible y loable de evitar que nuestros hijos penetren al mundo de las adicciones, lamentablemente no podemos estar todo el tiempo detrás de ellos ni someterlos a una estricta marcación personal las 24 horas del día. Tampoco podemos seleccionar al total de las personas con las que se van a relacionar o eliminar por completo de sus vidas los escenarios que nos parezcan inadecuados para ellos. No, por desgracia no lo podemos hacer y además, no sería sano para el desarrollo integral de los chicos.

Lo que si podemos hacer es contar con la suficiente información que nos permita conocer los motivos que inducen a nuestros hijos al consumo de los enervantes, saber cuáles son las vías para la prevención, informarnos de los indicadores que nos permitan reconocer que se están drogando y qué hacer para ayudarlos a salir de ese infierno.

Existen muchos motivos que conducen a los chicos a las drogas, para nuestra desdicha, parece que el consumo de esos productos está de moda en algunos ambientes y esto puede llevarlos a pensar que si no las toman serán rechazados, a esto se suma la curiosidad y el deseo de vivir y tener nuevas experiencias sin detenerse a pensar en los efectos posteriores y la influencia negativa de amigos y conocidos.


Otro aspecto importante que puede inducir a la drogadicción es el clima familiar en el que crecen y se desarrollan, una atmósfera marcada por la violencia, el abuso, desintegración, indiferencia, desinterés y falta de comunicación pueden conducir al joven al consumo de drogas al pretender evadirse de una realidad no deseada. Esto mismo puede propiciar que el joven no despliegue las características emocionales necesarias para afrontar sus problemas personales y familiares y entonces estaremos sumando un agravante más.

Siempre que hablemos de drogadicción, debemos considerar que es mucho mejor y más fácil prevenir que batallar contra una adicción. Por ello debemos dotar a nuestros muchachos de las herramientas necesarias para rechazarlas, porque finalmente la decisión acerca de consumirlas o no es únicamente de ellos. Y en este punto no solo debemos pensar en el conjunto de valores familiares que deben cargar los hijos en la mochila, sino también de otros aspectos mucho más prácticos.


En días pasados comentaba con algunas personas, que yo transité por la secundaria, preparatoria y carrera sin que me ofrecieran drogas, es más, ni siquiera las conocí de lejos. Esto me lleva a pensar en la importancia de rodearse de valiosos y sanos amigos y de convivir en escenarios completamente ajenos a los relacionados con las drogas.

Por otro lado hay que construir una relación muy cercana con los hijos, hablar del tema, saber qué opinan al respecto, darles argumentos para rechazar los ofrecimientos, conocer a sus amigos y si es posible, a los padres de sus amigos; establecer límites y horarios para su conducta, sobre todo cuando los hijos son aún adolescentes y empiezan a frecuentar fiestas y antros.


Necesitamos rodearlos de un clima familiar de armonía, de convivencia sana y comunicación continua y permanente, organizar actividades donde participen todos los miembros de la familia y crear en casa un firme ambiente anti drogas, con normas muy claras y, ante todo, siempre predicar con el ejemplo a fin de mantener una autoridad moral sobre ellos.

De cualquier manera es preciso estar siempre pendientes de los hijos para reconocer cuándo han podido caer en las drogas y poder ayudarlos lo más oportunamente posible, en este sentido hay que atender a las modificaciones rápidas e inexplicables de conducta, hábitos, amistades, humor y hasta en los cambios que puedan darse en su apariencia física, alimentación, aseo personal y rendimiento escolar o laboral. No debemos ignorar ninguna cosa que pueda ser indicador de un posible consumo de drogas.

Recuerden que las drogas crean dependencia, en el caso de que uno de nuestros hijos caiga en ellas, es válido y esencial pedir ayuda profesional, tanto para él como para nosotros, al mismo tiempo es necesario cortar en forma definitiva con los ambientes que faciliten y propicien el consumo y cargarse de mucho amor y paciencia para proporcionar al hijo un camino de salida rápido y definitivo.

Trate de evitar los reproches, acusaciones, reclamos, discusiones y castigos, todo eso no sirve de nada, ofrézcale a su hijo una ayuda real y concreta, humana y amorosa. Cree en torno a él un espacio en el que pueda encontrar los apoyos que le permitan recuperar la voluntad y la inteligencia para mantenerse sobrio y lejos de las drogas.


Evitar la drogadicción es una tarea de todos, supone establecer un acuerdo social en el cual nos comprometamos a proporcionar en el seno de nuestras familias los valores humanos y espirituales que contribuyan a evitar el consumo de las drogas. Si los hijos no cuentan con valores bien definidos y vivenciados, ninguna estrategia de prevención será efectiva.
Es muy pretencioso de mi parte suponer que este artículo contiene todo lo que se necesita saber acerca del tema de las drogas, de hecho, estoy seguro que solo toca una mínima parte, pero habrá cumplido su objetivo si logra despertar el interés y la preocupación necesaria para aproximarse a la información, a los medios y recursos que le permita mantener al margen de la drogadicción a sus hijos. La tarea es continua pero necesaria, es la vida de los hijos y su bienestar lo que está en juego.